Wednesday, October 22, 2008
Pasantía go home
-¿El otro sereno qué días está? –pregunté. Mi madre no tiene razón cada vez que dice que con una sonrisa se consigue el mundo. O tal vez es mi sonrisa.
- Hoy no viene, los miércoles estoy yo –me di cuenta que hoy no iba, con sólo vero a él, igual. Así que los miércoles es el día de gruñón. Cuando me fui le agradecí por su paciencia (sin ironía, lo juro) –Pero mire, señorita, que no puede haber una próxima vez.
- No se preocupe, no va a haber una “próxima vez” un miércoles.
Me fui sonriendo a atravesar el Parque de los Aliados a las once de la noche.
41 videitos en dos días. Soy feliz.
Wednesday, October 15, 2008
Cuaderno del terror

La primera vez duró un mes. Fue el tiempo entre que terminé un cuaderno que había empezado en segundo de liceo (ese año estaba en mitad de sexto) y mi hermana me dio a elegir: o uno de Mambrú (de Pop Stara, Argentina) o uno de Minnie Mouse. La decisión no fue tan complicada y me adueñé de la ratona de Disney. Entre medio yo deliraba por complicaciones inventadas con Fico, persona con la que sólo compartía horas. Diferentes ideales, diferentes expectativas de la vida, misma clase, mismos grupos de teatro: de mañana yo lo mataba, de noche él me dejaba. Y el estrés del asunto me empezó a gustar. Yo y mis complicaciones le agradecieron al carácter pesado de mi hermana que me sentó y no me dejó ir hasta que no elegí a Minnie.
La segunda vez fue un poco más larga. En medio de un lugar extraño se me dio por empezar a escribir un guión. No tenía idea de cómo se había, pero probaba suerte. La historia estaba buena, hablaba de amor y reencuentro, ¿Qué más quería yo, del otro lado del mundo, que volver a verlo a él? Creo que desde ese momento perdí el espíritu romántico. Volcando emociones por ese lado, dejé mi diario.
Hasta que el arte me invadió los sentidos (ay, qué cursi). Pero fue literal: en un museo de arte. Entre tantos cuadros, muebles y esculturas tuve que sentarme tranquila para pensar. Entrar a la cafetería no ayudó, había gente. Gente por todos lados, haciendo cola, comiendo, hablando. Había barullo, había… bueno, había gente. En un rincón perdido del museo estaba la extensión del paraíso. Chiquito, el techo era una cúpula de vidrio, había algunas plantas, las mesas de hierro y el quiosco con cualquier tipo de café. Ideas sobre mi vida y mi vuelta comenzaron a fluir. Escribir con pluma y en un cuaderno que tiene un dibujo chino también inspira.
La tercera vez fue un año. Cuando empecé la facultad me dije que estaba grande para los diarios íntimos. Una amiga (ex amiga) me ayudó a decidirme: cada vez que hacía un comentario al respecto me miraba con cara de tarada. Así que me compré una agenda para afrontar el año y nada más. No pensaba ceder bajo ningún tipo de necesidad. Terminé escribiendo en cualquier hoja de cuadernola (que después perdí y me quise matar) o haciendo documentos largísimos en la computadora. Tanto “nada más” que cuando terminó el año y volví a la casa de mis padres empecé a pelearme con todo el mundo, a enojarme conmigo. Corrí (a toda velocidad) a una librería. Me encerré en mi cuarto y comencé a escribir un discurso de inauguración, ¿Por qué? No sé, porque se me ocurrió. Y cuando lo terminé comencé a dar vueltas sobre mí misma. Volví a abrirlo y seguí escribiendo, otro título y otro más. Lo guardé en el morral y salí para la rambla. Me desvié a la playa y lo volví a abrir, seguí escribiendo.
El deseo contenido jugó en contra de la amistad, llegué con mis amigos bastante más tarde, sin necesidad de muchas palabras entendieron enseguida lo que había pasado.
Thursday, October 09, 2008
El arte de cortar una naranja
Thursday, September 18, 2008
El árbol de la vida

Ana entraba al supermercado y compraba cuatro colet y cuatro alfajores: uno para ella, uno para mí, otro para Lucía y el último para Patricia (Lucía y Patricia no existían). La comida tenía un impacto fuerte en nosotras: cuando (éramos chicas) nos peleábamos, para arreglarnos después ella me pegaba en la cabeza y decía “zapallo”, yo, “sandía”.
Ella quería un hermanito, pero como los padres estaban separados, le compraba pañales y mamaderas a sus muñecos. Cuando creció pasó las ganas de tener el hermanito a tener un perrito. La casa de ella era chica, yo ya tenía dos en la mía; buscamos un lugar neutro: la playa, y nos fuimos a la “vieja de los perros” a buscar alguno sin dueño. Así tuvimos nuestra primera cachorrita: Princesa. Pero la devolvimos esa noche, porque tenía gusanos y no teníamos plata para comprarle las pastillas.
A Ana le gustaba La Usurpadora (la primera vez que la pasaron, aclaro) y Muñeca Brava. Entonces creó un personaje entre la estúpida de Paulina Martínez (Ana se hacía la dramática con sus gestos) y la audaz de Milagros (Ana se ponía el gorro para atrás y quería saludar de la misma forma: escupiendo). Hasta que llegó el verano, entonces volvió a ser Ana.
Recorríamos la ciudad en bicicleta, grabábamos casetes con nuestras (poco) armoniosas voces, hacíamos pijamas party con películas de terror que nunca mirábamos enteras. Discursos armados para pelearnos con nuestros primeros novios, llantos sinceros cuando ellos nos dejaron primero. Visitas al liceo, mateadas en la biblioteca.
Ana esperaba al amor de su vida con ansias. Entonces se enamoró perdidamente de éste y su sonrisa; después llegó aquel con sus palabras dulces; y cada vez que se peleaban era lo mismo: odio a los hombres, no sé para qué existen los hombres, yo puedo sola, no quiero a nadie, etc., etc., etc. Hasta que llegó el tercero y nunca tan bien ponderado hoy llamado "esposo". Cuando nació Gonzalo, Ana supo que nunca más iba a querer librarse de ese hombrecito.

Tuesday, September 09, 2008
Sobredosis

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Ella estaba por casarse. Era feliz con su futuro esposo que, por cierto, tenía una gran carrera profesional por delante. Su familia estaba encantada de que ella se hubiera olvidado del ballet, ¡Al fin había empezado a estudiar algo decente!
Entonces, cuando salieron de la prueba del vestido, su amiga la convenció de ir a tomar una copa a un bar. La amiga tenía que encontrase con un nuevo posible-algo y no se animaba a ir sola. Ella accedió, pero cuando llegó enseguida se plantó en la barra, sola.
Lo vio enseguida y no pudo quitarle los ojos de encima en el resto de la noche. Pensó que estaría esperando a alguien, porque miraba su reloj cada cinco minutos. Y luego tomaba. Pero no, él no esperaba a nadie. Ella se enteró cuando él, muy tranquilo, se acercó con su botella de cerveza.
Después de la primera pregunta ella dejó en claro que estaba comprometida y se preocupó especialmente en que él notara su sortija. Pero él siguió conversando, haciendo preguntas y respondiendo. Y resultó que a él le encantaba el ballet. No esperaba a nadie, miraba el reloj y tomaba porque tenía medido cuánto tiempo podía demorar en tomarse una cerveza. Así, en la primer conversación, él le confesó que era drogadicto y alcohólico, que toda su vida lo sería y que luchaba por mantenerse sobrio y en la Tierra todos los días.
Chau prometido, adiós alegría de la familia. La batalla comenzó dos semanas después cuando ella canceló la impresión de las tarjetas. Y una semana después de eso despachó a su novio. Retomó las clases de ballet. Se fue a vivir sola gracias a la poca comprensión de su madre.
Con novio nuevo, en la heladera sólo tenía agua y el botiquín de primeros auxilios guardaba la tarjeta del psiquiatra. Se casaron un año después, cuando ella se recibió de química. Su madre le regaló la función de una compañía de ballet que fue especialmente a Michigan para el casamiento.

Tuesday, September 02, 2008
Sobre el progreso
Un científico y una humanista discutiendo sobre el progreso.
aa
Hay voces que nunca se van a poner de acuerdo: hablan en distintos escalones.
Te quiero, primo.
Saturday, August 23, 2008
Terrenos barrancosos

En mi casa: mi papá, un judío, un mormón, un masón y Wilmar (nombrarlo a él tendría que ser suficiente para meter miedo). Tomaban jugo de naranja, menos el señor W. que seguía fiel a su café, y hablaban de política.
Yo entré a la casa y vi las posiciones. Saludé, traté de ser cortés (no siempre me sale) y me senté no muy cerca. Presenciar esas reuniones nunca va a dejar de sorprenderme: las mejores discusiones que he escuchado en la vida, con respeto, con entusiasmo, con coherencia pero cada cual fiel a su postura.
Sunday, August 17, 2008
Monday, August 04, 2008
Confesiones

Monólogo.
No compartimos los mismos valores: tenés la ética bastante exaltada y a mi me falta. Yo soy mentirosa y si digo que estoy trabajando en eso es sólo porque quiero hacerlo mejor, no para dejar de hacerlo. Pero cada vez que estoy con vos siento que quiero ser una mejor persona ¡y no quiero ser una mejor persona! Por eso me molesta estar con vos, porque siento que no soy suficiente.
Sos vos el que me hace sentir así, porque nunca nada de lo que hago está bien. Tenés razón, no soy original ni buena ni nada. Pero jode que te lo tiren así en la cara. Te admiro, por eso me haces sentir tan pésimo.
Tampoco me gusta la gente linda. Me hacen sentir incómoda. La gente linda tiende a ser creída y vos te las crees todas, demasiada confianza y demasiada soberbia. Es como que sos tan perfecto… No podes comportarte como un ser humano ni por cinco minutos.
Es eso, nada más. Me quedo callada cuando vos estás porque sé lo cualquier cosa que diga no va a ser la respuesta o el comentario que estabas esperado y me molesta la forma en que me miras cada vez que digo algo. Y ahí es cuando yo me llamo estúpida. Como verás, son cosas mías. No quiero ofenderte”.
Wednesday, July 23, 2008
Economía (II)
2 + 2 = ?
Ingeniero : 3.9968743
Físico : 4.000000004 ± 0.00000006
Matemático : Espere, solo unos minutos más, ya he probado que la solución existe y es única, ahora la estoy acotando...
Filósofo : ¿Qué quiere decir 2+2 ?
Lógico : Defina mejor 2+2 y le responderé.
Mientras que yo estoy inclinada a (no) responder, como el filósofo, mis profesores de economía se empeñan a sacarme respuestas precisas. Última oportunidad. ¡Éxitos!

¿Cuántos lados tiene un círculo? Dos, el de adentro y el de afuera.
Sunday, July 20, 2008
Feliz día amigos

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Noche de la nostalgia del año pasado. Antes de irnos nos separamos para ir al baño: hombres para una puerta, yo para la otra. Problema femenino mundialmente conocido en los baños: no hay papel. Me doy vuelta el boliche buscando a mi tía que había prometido conseguirme, pero no aparece. Los encuentro a ellos esperándome en la puerta del baño.
– Dale loca, apurate.
– Todavía no.
¿Para qué mencionar el dilema del papel? Se empezaron a reír, detalle para nada útil en ese momento. ¡Es tan fácil para ellos! Pero Sergio, el enfermero, siempre listo, saltó a mi rescate.
2. Playa. Baño público
Es una verdad universalmente conocida que los baños de mujeres siempre están más sucios que los de los hombres. Ese día nos habíamos ido a un balneario. Toda la tarde tirados como lagartos al sol, tomando cerveza y comiendo bizcochos. Cuando juntamos voluntad para subir hicimos un stop en el baño. Como siempre, yo para un lado y ellos para el otro. La que estaba desesperada era yo. Y la que se quedó con las ganas fui yo.
Alguna mujer tuvo la buena idea de bañarse, por lo que todo el piso estaba mojado y lleno de jabón. Una de las puertas… bueno, convengamos que en la playa los baños públicos no funcionan bien y se pueden tapar. La otra puerta estaba ocupada y cuando escuché un ruidito poco generoso decidí esperar afuera. Y ya no pude volver a entrar porque el ruidito venía con sorpresita.
Ellos me esperaban en la puerta del baño de hombres, que, por cierto, olía a colonia. Les conté mi problema y, como de costumbre, se rieron de mí. Cesar entró al baño y salió diciendo que no había nadie, entonces, montaron guardia en la puerta mientras yo entraba. Cuando salí Lucas le dijo a un hombre que podía entrar.
3. Playa. Baño improvisado
Aquella noche no llevé vaso al cumpleaños. Tomé con Lucas, del vaso de él, lo que él quería. Que era vodka. Y a mi me cae mal. Después acepté la cerveza que me regaló Cesar y también estuve tomando un tipo de mezcla que preparó Damián con Alan. Las llaves del auto pasaron a manos de Lucas enseguida.
Fuimos a llevar a Cesar, hicimos una parada en el pub. Los baños estaban llenos, entonces seguimos camino a la playa. El lugar allá abunda y pasando el frío por arriba, hicimos lo de siempre: él para un lado y yo para el otro. No contamos con la astucia de las luces largas del auto que pasó. “Casi pierdo una amiga hoy”, dijo él cuando volvimos.

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Me cuidan y me hacen emocionar cuando les mando mensajes cursis del día del amigo y responden “ahhhh, yo también te quiero. Feliz día y suerte en los exámenes”.
Thursday, July 10, 2008
Prueba de lectura
No me acuerdo cómo, cuando tenía once años descubrí que hacía muchos siglos había existido una cultura con muchos dioses y personas sobre naturales, que habían estado diez años en guerra por una mujer. Mi mamá me compró La Ilíada. Claro que no la leí. Pero sentaba a mi padre (orientación números) y a mi madre (orientación biológica) y les preguntaba cosas griegas que ellos habían dado en el liceo. Gran demostración de memoria por parte de los dos, por cierto.
Mi madre no se rendía y seguía asaltando las librerías una vez cada tanto para buscar un libro que me pudiera gustar. Y, como dice la frase, “persevera y triunfarás”, me llevó uno acerca de una muerte y que todos parecían culpables. Yo estaba segura que iba a poder descubrir el misterio antes que Agatha Christie me lo contara. De cierta forma así fue, el asesino era uno entre los diez o doce que yo tenía por sospechosos (sí, eran casi todos los personajes del libro, incluso sospechaba del muerto).
Tenía más o menos dieciséis cuando las amigas de mi madre (menos una, todas con orientación números o biología o cosas igual de espantosas) se enteraron de esta profesora de literatura excelente que daba clases en el liceo y bla, bla. La invitación fue para mi madre y para mí. En el curso dimos La Odisea. Otra vez, claro que no la leí, con dieciséis años estaba completamente sumergida en Harry Potter. Pero esa profesora, con toda su paciencia, me explicó cada uno de los dioses olímpicos, el amor paciente de Penélope y que para llegar a lo que se quiere hay que mentir (bueno, ella no lo dijo así, pero esa fue mi reflexión).
De pronto Agatha Christie empezó a aburrir y decir que leía Harry Potter me daba vergüenza. Entonces entré en la facultad. De golpe tuve que cambiar la forma de escribir, superar las faltas de ortografía y leer un libro cada dos semanas (¡oh, qué cantidad espantosa!). Entonces leí La Ilíada. Y me encantó. Obvio, nadie creyó que realmente podía gustarme semejante piedra en el estómago, pero es verdad: ME GUSTA LA ILÍADA.
Le empecé a tomar cariño a la lectura. A tirarme en el sillón con una frazada, un café y un libro. Cada vez que entraba a una librería agotaba un poco de paciencia paterna. Entonces derramé el agua del vaso: salí de la librería con tres libros de los cuales ninguno era el que quería comprar. Y después me compré tres libros más (que no estoy segura si alguna vez los voy a leer). Eso que se llama “comprador compulsivo”. Mi madre me prohibió entrar a una librería otra vez (hasta nuevo aviso). Pero, hecha la ley hecha la trampa, también hay ferias, puestos en la calle y una maravillosa tienda de revista que no saben qué hacer con los libros clásicos y los regalan por (la módica suma de) $50.
Cómo cambian las cosas: antes mi madre estaba desesperada porque yo leyera. Ahora si digo la palabra “libro”, tiembla.
Thursday, July 03, 2008
Monday, June 30, 2008
Monday, June 23, 2008
Literatura: dos de la mañana en la casa de Leli
Wednesday, June 18, 2008
Peludo, pelado
Mateo tiene pelo, en algunos aún conserva los claritos, pero en otras partes de su cabeza sólo se ve piel. Se está quedando pelado y no quiere. Contra la genética no se puede, pero tal vez la ciencia ayude. Entonces, Mateo toma pastillas para que le crezca el pelo.
Su cabellera sigue callendo, sus brazos se vuelven más peludos. No, Mateo, contra la genética no se puede. Tal vez le haga caso a ciertas personas que hacen palanca para que deje de tomar las pastillas antes que tenga que depilarse.
Friday, June 06, 2008
En agosto
No es que el de capucha sea bajo, sino que el otro es demasiado alto. Chispa medía 2,02 metros cuando llegó y 2,07 cuando se fue. Berti (el petiso) medía 1,75 cuando se fue y ahora (que ¡por fin! está por volver) pasa el metro ochenta. La nena, la chiquita, la bebe de la familia está casi más alta que yo, que soy la mayor y no sé porqué el ser "mayor" se asocia con la altura. En poco tiempo voy a ser "la pequeña de la familia". Bien dicen que los últimos serán los primeros... punto para ella.
En veinte días mi papá va a dejar de ser el único ser masculino de la casa. Ya está que rasguña las paredes entre mi madre, mi hermana y las dos perras. El encapuchado vuelve con pocas fotos (no parece hermano mío), más altura, más peso y amigos internacionales. En agosto volvemos a estar empatados: tres nenas y tres varones. Las dos perras desempatan, igual. Nike y Ludovika siempre firmes al momento de saltar, rasguñar y lamer para dar las bienvenidas (que pasan a cada rato).
A veces quisiera que hubiera menos bienvenidas sólo para que no haya despedidas. Aunque, es cierto, las despedidas gitanas de Chispa (que empezaron un jueves y terminaron el martes en el aeropuerto) y las del capucha (que no se quedó atrás y empezamos a despedirlo el 22 de diciembre... se fue el 9 de enero) estuvieron buenas. Carrasco se hace odiar algunas veces. Y los días parecen aferrarse al calendario, no pasar, hacerse rogar.
Mis hermanos vuelven diferentes. Más grandes. Más hombres. Los tres niños que se ven en la foto solo son un recuerdo de lo que fue, de una tarde en la casa de los abuelos sonriéndole a la vida porque estábamos juntos. Quien escribe, como de costumbre, atrás de la cámara, después tocó retar al nene capucha por la cara de boludo que, en este momento, sólo saca una sonrisa.
Escribe la que no está acostumbrada a extrañar, la que viaja sola desde antes de cumplir un año, la que tuvo su oportunidad, se fue y volvió. La que quiere romper el calendario y abrazar a sus hermanitos. Y no volver a soltarlos. Si eso fuera posible.
Monday, June 02, 2008
Colonia (II)
Saturday, May 24, 2008
22:15
Quedo parada cruzando las últimas palabras con mi madre. A veces va mi hermana. Y el circo empieza la función.
La rubia que va a la misma universidad que yo aparece con ambos padres, con todo su glamour, sacudiendo los claritos y el bolso Puma. Nos saludamos. También aparece el doctor que tuvo la precaución de esperar a ver si realmente era apendicitis los que tenía –no era –con su hija y el novio. Ese novio era amigo mío pero ahora ya no nos saludamos. También llega esa nena que para que todos tengan un decir se arruinó el año empezando el liceo en Montevideo. Con tristeza se acerca, compra el ticket y abraza a su mamá. Esa es una historia conocida y todos los años alguno cae.

Dulces sueños hasta Tres cruces.
Wednesday, May 14, 2008
Musas

Hasta que. Zeus, dios de los dioses, le puso los ojos encima y bueno, no era fácil resistirse ante tal señor tan fuerte y poderoso (supongo que no ha de ser diferente a ahora, con la excepción del “dios” adelante del nombre). Así fue que Mnemósine cayó rendida a pies de este dios.
Por cierto: Zeus estaba casado (para que vean que la infidelidad no es cosa moderna). Y cuando su esposa, Hera, se enteró de sus acciones (otra vez, esa mujer no se cansaba de los cuernos), retuvo a su marido. Mnemósine (que como tantas otras habrá creído el cuento de que iba a dejar a la esposa por ella) cayó en una profunda depresión. Quedó sola con sus nueve hijas. No pudo seguir con su trabajo de apartar los malos recuerdos de las cabezas humanas. Cada vez la humanidad estaba más deprimida recordando los peores momentos (tendemos hacer hincapié en lo malo).
En un momento de luz decidió hacer algo por los hombres a los que alguna vez había servido, por lo que educó a sus nueve hijas para brindarle a los hombres paz, alegría y esa sensación hermosa de haber contribuido con el mundo cada vez que hacemos algo de arte.
Las nueve musas bajaban a la tierra, se relacionaban con los hombres. No podían borrar los malos pensamientos de sus cabezas, pero podían darle más alegría, darles algo más en que pensar, algo más para disfrutar. Un poema, una canción, dales una obra de teatro o el misterio de las estrellas.
Calíope: épica.
Clío: historia
Polimnia: pantomima
Euterpe: flauta
Terpsícore: danza
Erato: lírica
Melpómene: tragedia
Talía: comedia
Urania: astronomía