Tuesday, June 26, 2007

Peripecias de la historia

Editado por Emma.

Saturday, June 23, 2007

Nuevo/Viejo

Las cenizas del prócer están adentro del meadero oficial de los sábados de madrugada. El mausoleo está enterrado en el medio de la Plaza Independencia, abierto a todo público durante el día. Una arquitectura elegante, sin demasiados recovecos, en algún tipo de piedra negra. Un par de papás patriotas llevan a su pequeño, de cuatro o cinco años. A ver las cenizas importadas desde Paraguay.

Es difícil intentar imaginar cuántas personas pasan por esa plaza cada día sin ser conscientes de que están caminando sobre el cadáver del prócer uruguayo. Tampoco es probable que se pueda calcular la cantidad de personas que son conscientes de por donde caminan durante la noche, cuando van a bailar a los boliches de la zona. O cuando vuelven. Y se detienen a saludar al monumento porque el baño estaba lleno.

Las únicas personas que hay adentro son dos blandengues haciendo guardia. Vestidos impecables, con cara de sobriedad y en posición de firmes. Tan firmes que dan ganas de hacerles cosquillas. Son como dos estatuas pensantes que no reflejan vida, pero a la vez, mientras se observa la línea de tiempo esculpida en las paredes, se sienten los ojos de esos seres que no se mueven, encima de uno, prontos para gritar un “¡Fuego!” si nos acercamos demasiado a la caja donde están las cenizas.

La estatua está colocada de modo que los ojos severos de Artigas logran ver a todo aquel que llega a la plaza. Es como si estudiara a los nuevos uruguayos: al hombre que toca el violín desafinado, al que limpia las botas, a todos los trajes, corbatas y tacos y paraguas que caminan decididos hacia la puerta que marca el límite. Está entre la civilización de todos los días y la de más allá. La Ciudad Vieja. Es el guardia que tiene la zona comercial de Montevideo.

La puerta de la ciudadela indica el fin del mundo conocido y el comienzo de una mezcla. Lo viejo y lo nuevo se encuentran a espaldas de Artigas. Cuando se cruza la puerta de la ciudadela, los últimos modelos de zapatos pisan los adoquines del año 1800. Un hombre termina su almuerzo corriendo por los adoquines, con la carpeta bajo el brazo. Los vidrios polarizados con marcos de principios del siglo pasado y los relojes antiguos de un edificio que luce un enorme cartel de Se alquila.

Artigas está allí, como permitiendo el paso de todo aquel que sigue de largo a la Ciudad Vieja. Siguiendo a los ilustres orientales acompañado de unas cuantas palomas que se encaran de hacerle compañía y dejarle algún que otro regalito.

Tuesday, June 19, 2007

Perdiendo

No me gusta perder mi nombre. Yo soy Emma, porque elegí ese nombre para mí. Todos aquellos que me conocen la cara no me llaman Emma, pero lo soy, porque escribo y porque firmo con ese nombre.

No me gusta perder el nombre y dejar de ser Emma para ser “la hija de”, “la amiga de”, “la novia de”. En cambio, estaría chocha cuando, llegado el momento (y que el momento tarde en llegar), pierda mi nombre para ser “la mamá de”, “la escritora de” “la abuela de”.

“¡Abuela teléfono!”. Mi tío (el tío de) llama a mi abuela. Yo espero del otro lado de la línea. María Elsa. Mamá. Abuela. “Hola mi amor” me dice con su voz dulce sabiendo que estoy lejos. Abuela, perdió el nombre, pero atiende encantada ante el nuevo que le dio la familia.

Abuela. Mamá. Emma. Abuela. Mamá. María Elsa. Abuelo. Papá. Jefe. Edgardo.
Feliz día.

Wednesday, June 13, 2007

Siendo realista

- ¿En qué pensás?
- En nada.
- Que bueno. En estos momentos no hay que pensar.

Detalles que no se tienen que repetir. Llamadas que nunca van a llegar.
Acá estoy, sentada frente a la computadora, sacando la mirada del celular e intentando pensar en lo que tengo que hacer. No va a sonar. No va a pasar. Cuanto antes me acostmbre a la idea más independiente voy a ser. No va a sonar y lo tengo que saber.

Tuesday, June 05, 2007

Diálogo interno

Soy un témpano, es cierto.

Necesito una llama que me derrita.


No, no me gusta sentir frío. Me gusta el invierno, pero cuando tengo una manta cerca. De todas formas, las mantas que he encontrado por el camino, son todas de texturas ásperas y rancias. No me abrigan del frío, solamente me hacen sentir mal porque no son lo que quiero… es como que me conformo con lo que hay. No me conformo.

Todo hombre tiene sus preferencias. Resulta que las preferencias de él no se parecen en nada a mi.


¿Tener y perder o nunca haber tenido? En un primer momento pensé que prefería nunca haber tenido, entonces estaría deseando sobre una ilusión, nada con base real, y tarde o temprano, ese deseo terminaría marchitándose y moriría. Luego lo vi. Entonces cambié de opinión. Un momento para toda la vida.

Emma.