Wednesday, January 31, 2007

Frente femenino



Somos mujeres. Nuestra misión en la vida es criticar a otras mujeres. Degradarlas hasta que nosotras mismas nos sintamos como pequeños pedazos de desechos de perro.

Escuchamos a otras mujeres criticarnos y nos da igual, porque sabemos que después lo vamos a hacer nosotras con ellas. Vamos a encontrarnos con la ex de nuestros ex y jugar a que somos amigas. Después, nos vamos a reír de ellas.

Se debe tomar como virtud el hecho de que sabemos que es lo que sucede con nuestro sexo: sabemos criticar y dejar que nos critíquen. Incluso podemos escuchar como critican nuestras amigas y hacernos las mujeres revolucionarias y decirles que no sean tan malas.

Sabemos lo que hacemos y podemos vivir con eso. La próxima vez que un hombre me diga Dan asco las mujeres: siempre se critícan entre voy a responderle que es mentira que entre ellos no se critican.

Es cierto que no se compara ni la cantidad ni la calidad de la crítica (en ambos casos las mujeres los superamos) pero es una gran y absurda mentira afirmar que ellos sólo critican al sexo femenino y entre ellos todos se quieren y se apoyan. Al menos nosotras aceptamos lo que hacemos.


Emma

Tuesday, January 30, 2007

Atardecer. El fin


Hasta ahora, cada vez que el sol ha bajado ha vuelto a subir.

La confianza es la clave. Conocer los propios límites la fortifica. Yo conozco los míos y sé que el límite de mi confianza es el que llega primero. Después de todo tengo un argumento sólidamente fundado en la fantasía: un refugio capáz de cuidarme, que me sirve de escudo.

Con respecto a muchas cosas tengo un pésimo criterio y debo aceptar que mi refugio no fue la mejor opción que he tomado. Durante un tiempo funcionó: cumplió su propósito. Cada vez que salía lo veía, ¿Cómo no hacerlo? Si vivía en la calle. Pero a medida que el tiempo fue pasando los dos cambiamos. Ahora mi refugio, mi escudo, se transformó en una espada que me tiene contra la pared.

Bajé a la playa y me senté a mirar como el sol bajaba. Atardece. Es el fin. Que se valla. Que salga lejos. Que sea feliz. El sol baja, es el fin. Pero hasta ahora, cada vez que el sol ha bajado ha vuelto a subir.

Emma.

Tuesday, January 23, 2007

La princesa y la espada



Había una vez yo.

Me senté frente a la computadora y comencé la ardua tarea de escribir una novela. Tenía once años. Ya sabía como la quería. Había pensado muy bien qué era lo que iba a pasar y sólo me quedaban algunas dudas al final. Cuando junté el valor suficiente para hacerlo, comencé a escribir.

Era una niña huérfana que vivía en el bosque.Un día se quedó sin comida y fue a buscar al mercado. Sacó una manzana de un cajón porque tenía hambre y en ese momento la trataron de ladrona.

Pero en realidad, ella no era una niña huérfana, era la hija del rey. Resulta que el país estaba en guerra y para proteger a la princesa, los reyes se la dieron a un matrimonio campesino que la crió. Ella no supo jamás quien era, hasta que el soldado que la salvaba del incidente de la manzana veía la espada que ella tenía guardada: la espada real.

Escribía un poco y dejaba. No sabía donde estaban las letras en el teclado, estaba quince minutos para escribir un renglón porque no sabía si esta palabra iba con v o b o con s o c.

Siete carillas iba. Siete carillas que me sacaron sudor y sangre de la yema de los dedos. Una tarde, después de que mi padre había hecho una limpieza de archivos en la computadora, me senté a seguir mi novela. Pero no la encontré.

Ah, yo te borré todas las porquerías que tenías en tu carpeta” me dijo papá.




Emma.

Sunday, January 07, 2007

Pensando profundo


Me tiro en la hamaca paraguaya. Noche fresca de verano. La casa queda frente a la playa. Se escucha el oleaje sacudido por el viento, las guirnaldas se mueven con el viento y suenan, y los gritos de victoria en el truco que se está jugando en la cocina.

Miro al cielo nublado. Sólo puedo pensar en lo que mi amiga dijo la noche anterior, caminando por Santa Ana. Había sido un momento importante en la que todas nos sentamos en un lomo de burro para sacarnos una foto. Ella sonrió, bajó la botella y dijo: A estas alturas una sólo puede agarrarse el hígado y rogarle que no la abandone.


Emma.