En los momentos que caigo me gustaría tener el coraje suficiente como para enseñarte lo que te escribo.
Para que toda esa prosa deje de encontrarse en el fondo de un cajón oscuro
o de una carpeta olvidad en la computadora.
¿De qué me serviría tener coraje?
¿Para qué volver el tiempo atrás?
Sigo como siempre: admirándote de lejos.
A veces.
Otras veces te olvido.