Friday, December 29, 2006

El asunto con mi barco



Tengo que soltar amarras si quiero navegar.



Mi barco llegó a puerto en una navidad y le gustó. Decidió que se quería quedar allí. Todo este tiempo estuvo en la fácil: nadie le decía que se fuera, pero tampoco estaba completamente dentro del puerto. Pero nadie le decía que se fuera.

Ahora mi barco se siente algo tonto por haberse quedado allí y se quiere ir. Pero no se anima a soltar las amarras, porque no sabe lo que se puede encontrar en el mar abierto.

La otra noche tuvimos una larga conversación y le dije que hiciera lo que el corazón le dictara. Es complicado eso de hablar con uno mismo, porque no nos decimos nada nuevo.

Digamos que mi barco me hizo caso y está haciendo un esfuerzo por salir del puerto, que dentro de todo, era bonito. No quiero que empiece a piratear, ni se tire a nadar con tiburones, pero hay millones de puertos en el mundo.

Emma.

Por cierto, quiería comentar que el otro día me encontré. Fue en una de esas películas que ves una y otra vez y la última vez te gusta más que la primera. Cuando estaba por empezar me repetí todos los nombres que usa él y me dije "y ella se llama Emma".

Monday, December 25, 2006

Feliz día del kiwi

El clima festivo parece un invento de las sociedades consumistas. Supongo que lo de dulce navidad se debe a los turrones, pan dulce y frutas secas. Uruguay es un país consumista, aunque se esfuerce por negarlo. Los arbolitos, las luces, los regalos, etc.

Entonces, llegan las doce, vuelan fuegos articiales, se brinda por la salud, dinero y amor y luego se abren los reglaos. ¿Qué queda para las familias que no tienen regalos, ni pueden brindar y lo más parecido a un fuego artificial que pueden ver es la bomba que estalla en la casa del vecino? La esperanza, el festejo por el nacimiento, por saber que Él está.

Aún así, los más ateos festejan la navidad. Todos se unen alrededor del arbolito y toman sidra, dicen feliz navidad y abren sus regalos. Pero cuando alguien menciona una cruz, o la misa de navidad, enseguida saltan con sus originales ideas acerca de las religiones y lo abierto de mentes que son ellos. Muy originales.

Hubiera sido más fácil, menos hipócrita y más respetuoso para los millones de creyentes y para los miles de millones de personas que murieron por esas creencias, nombrar un objeto cualquiera y festejar sobre eso.

Por eso el año que viene en lugar de decir “Feliz navidad” voy a decir con más sinceridad “Feliz día del Kiwi”. Si lo que importa es la sidra, los regalos y (a veces) la familia, entonces no es necesario usar una festividad religiosa para hacerlo.

Así que, a todos los creyentes, feliz navidad. Al resto, feliz día del kiwi y que hayan disfrutado de los regalos.

Emma.

Friday, December 15, 2006

La luz al final del tunel. Que, espero, no esté cerca



Había una vez. Antes me gustaban todos los cuentos que empezaban así. Traté muchas veces de escribir una novela cuando iba a la escuela. Por alguna razón siempre se llamaban “La isla del tesoro” o “El tesoro perdido”. Cuando escribí isla con h me di por vencida.

Mi juego favorito era En busca del tesoro. Con mis amigos hacíamos un mapa y escondíamos una baldosa (que era el tesoro) en un lugar que marcábamos con una x. Le poníamos tantas vueltas al mapa (que era del fondo de mi casa) que antes de encontrar el tesoro nos íbamos a tomar la leche. No sé que es de la vida de esos gurises.

Los varones siempre tienen fama de haraganes. Por algo Celio les decía que cuando faltaran a una clase pidieran el cuaderno a una compañera. En la escuela ese “compañera” no me incluía, porque en lugar de resolver las cuentas de matemáticas, hacía dibujitos. En las pruebas de lectura, los varones y yo éramos los que leíamos siempre la historia del bebe: dos párrafos. Las mujeres se esforzaban por aprender el arte de la lectura e intentaban con textos más largos. Esa es la raíz de mi poca feminidad.

Son terribles las historias de la escuela. Pero siendo justa, las del liceo son peores. Como las veces que nos aburríamos con la barra. Si estando bien éramos insoportables, aburridos era como para que nos echaron de cuatro lugares. Y así fue: El Indio (por rayar uno de los focos recién pintados de blanco con marcador negro… y después a borrarlo con corrector); la vereda de la comisaría (fue el mismo policía que nos sacó de El Indio); el puerto (A mis amigos se les dio por agredir a unas personas disfrazadas de indios); la plaza pública (por ponernos a jugar un picadito un domingo de tarde. Lo divertido era esquivar a la gente). Algo con los indios hay. No por nada vivo en el barrio Charrúa.

Tal vez sea menos vergonzoso contar la vez que me paré en un banco en clase de filosofía y me puse a cantar. Le agradezco profundamente a Martín que me enseñó como se toma el tequila. Y a Titi y Macu que dejaron a la vista las cartitas que nos mandábamos con ellas por los agujeros de la pared. La profesora se enteró. Estuve más cerca de la observación que la vez que rayé la foto de una compañera con señas como “Te doy una torta de chocolate” (la tipa es diabética).

Estando lejos de casa aprendí a apreciar lo mío: el puerto, la playa, mi cuarto, mis hermanos y el ruido de las cositas que se cuelgan afuera y cuando el viento las mueve, suenan. Cuando volví me olvidé de porqué apreciaba todo eso, entonces me pongo a leer las cosas que escribía, pero me confunden. Comienza con “Hoy fue un día buenísimo” y terminan con “el peor día de mi vida”.

No puedo contar sobre la lluvia de estrellas de la otra noche, porque estaba estudiando. Mis amigas, que ya terminaron con todo (o lo tienen en febrero) me mandaron un hermoso mensaje diciéndome que me lo estaba perdiendo. Las adoro. Es cierto. Cuando uno descubre el sentido de una canción, hasta el momento incompresible, con las únicas que se puede compartir ese significado es con ellas.


Emma.

Wednesday, December 13, 2006

Verano


Fin de año. Qué época. Cuando se sonríe por el año que pasó, pero todavía no se puede levantar las piernas del cansancio. “Es el último tirón” me dijo una amiga cuando hablábamos de los exámenes.
Cuando termine me voy a instalar en el muelle con ellas y con muchas otras cosas. Hasta que no me caiga dormida no vuelvo a mi casa. O puede que quede tan cansada que ni bien llegue a mi casa me acueste. Me inclino más por la primera; no porque no llegue cansada, sino porque últimamente, gracias a los exámenes, sufro de insomnio, entonces, quedarme en la cama sin hacer nada no suena tan divertido.
Los fuegos artificiales. Las cenas familiares. La playa. Los regalos. Papá Noel. Etc. Estar sin presión durante unas semanas, descansar, estirar las piernas, aburrirse de hacer nada y querer hacer menos.
Todo el día en el muelle. Esas son vacaciones.
Emma.

Thursday, December 07, 2006

La última palabra


Con el corazón roto te digo: ADIÓS.

Mis ilusiones infantiles tienen que morir.

En mi cumpleaños una persona me dijo llena de orgullo: "Dejás la década de las ilusiones y empezás la de las realizaciones" El problema está cuando las iluciones y lo que uno tiene que realizar no coinsiden. Supongo.
Emma. La que se niega a dejar de ser Emmita.

Saturday, December 02, 2006

Regreso a casa

En un viaje pasan muchas cosas. Algunas buenas (como la vez que me fui de vacaciones con Pame, Sol y Ro. Aunque me agarré la tal insolación y quedé roja) y otras no tanto (como la vez que pasamos toda la tarde en la ruta con Alexandra esperando que pasara un ómnibus y cuando lo hizo... lo perdimos). Pero siempre se recuerdan y después, los recuerdos se cuentan como chiste. Aún muestro la marca de la moña de la parte de arriba del traje de baño en mi espalda.


Lo que no cabe duda es que lo más difícil de afrontar es la vuelta. Tener que volver a abrir el bolso y doblar la ropa para guardarla. Correr los colchones porque no aparecen los zapatos. Tener que volver a comprar sepillo de dientes porque dejamos el viejo (siempre me pasa). Chau playa, nieve, bosque o a donde se haya ido. A la comodidad de un hotel o a la aventura de los bichos en una carpa.


El regreso a casa es la emoción más grande que tiene un viaje. Porque volvemos a lo nuestro. Y sabemos que el viaje no se acaba ahí. El viaje no se acaba.


Gracias Guille, Pame, Sol, Ro, Cata, Alex, Mamá, Viktor y Pedro. Las personas que aparecen en las fotos. Dura 25 segundos nada más. Fue todo lo que pude afrontar teniendo en cuenta que you tube sólo permite subir 100 mb- Aún así, espero que lo disfruten.

Dame un sueño y te doy mi vida


Hace falta una vida para lograr un sueño. A veces, incluso, no es suficiente. Pero sólo se necesita la palabra incorrecta de la persona correcta para que ese sueño se caiga al suelo y se rompa en mil pedazos.