En el post anterior se
pasó de largo una tormenta que quebrara las conexiones en el aeropuerto de
Carrasco, que el check in se hiciera a mano, que perdiera el segundo vuelo, que
me mandaran a la ciudad de Panamá, de donde no me querían dejar salir por volar
a Estados Unidos, donde tuve que rogar que llamaran al supervisor para que
firmara la autorización. Pero que al fin, después de dos taxis y dos hoteles
equivocados llegué al correcto, que después de cuatro horas de sueño llegué al
barco. Que en la foto de identificación parezco cuasimodo (con un ojo más
abierto y grande que el otro), aunque un amigo dice que parezco escritora de
ciencia ficción.