Friday, December 15, 2006

La luz al final del tunel. Que, espero, no esté cerca



Había una vez. Antes me gustaban todos los cuentos que empezaban así. Traté muchas veces de escribir una novela cuando iba a la escuela. Por alguna razón siempre se llamaban “La isla del tesoro” o “El tesoro perdido”. Cuando escribí isla con h me di por vencida.

Mi juego favorito era En busca del tesoro. Con mis amigos hacíamos un mapa y escondíamos una baldosa (que era el tesoro) en un lugar que marcábamos con una x. Le poníamos tantas vueltas al mapa (que era del fondo de mi casa) que antes de encontrar el tesoro nos íbamos a tomar la leche. No sé que es de la vida de esos gurises.

Los varones siempre tienen fama de haraganes. Por algo Celio les decía que cuando faltaran a una clase pidieran el cuaderno a una compañera. En la escuela ese “compañera” no me incluía, porque en lugar de resolver las cuentas de matemáticas, hacía dibujitos. En las pruebas de lectura, los varones y yo éramos los que leíamos siempre la historia del bebe: dos párrafos. Las mujeres se esforzaban por aprender el arte de la lectura e intentaban con textos más largos. Esa es la raíz de mi poca feminidad.

Son terribles las historias de la escuela. Pero siendo justa, las del liceo son peores. Como las veces que nos aburríamos con la barra. Si estando bien éramos insoportables, aburridos era como para que nos echaron de cuatro lugares. Y así fue: El Indio (por rayar uno de los focos recién pintados de blanco con marcador negro… y después a borrarlo con corrector); la vereda de la comisaría (fue el mismo policía que nos sacó de El Indio); el puerto (A mis amigos se les dio por agredir a unas personas disfrazadas de indios); la plaza pública (por ponernos a jugar un picadito un domingo de tarde. Lo divertido era esquivar a la gente). Algo con los indios hay. No por nada vivo en el barrio Charrúa.

Tal vez sea menos vergonzoso contar la vez que me paré en un banco en clase de filosofía y me puse a cantar. Le agradezco profundamente a Martín que me enseñó como se toma el tequila. Y a Titi y Macu que dejaron a la vista las cartitas que nos mandábamos con ellas por los agujeros de la pared. La profesora se enteró. Estuve más cerca de la observación que la vez que rayé la foto de una compañera con señas como “Te doy una torta de chocolate” (la tipa es diabética).

Estando lejos de casa aprendí a apreciar lo mío: el puerto, la playa, mi cuarto, mis hermanos y el ruido de las cositas que se cuelgan afuera y cuando el viento las mueve, suenan. Cuando volví me olvidé de porqué apreciaba todo eso, entonces me pongo a leer las cosas que escribía, pero me confunden. Comienza con “Hoy fue un día buenísimo” y terminan con “el peor día de mi vida”.

No puedo contar sobre la lluvia de estrellas de la otra noche, porque estaba estudiando. Mis amigas, que ya terminaron con todo (o lo tienen en febrero) me mandaron un hermoso mensaje diciéndome que me lo estaba perdiendo. Las adoro. Es cierto. Cuando uno descubre el sentido de una canción, hasta el momento incompresible, con las únicas que se puede compartir ese significado es con ellas.


Emma.

12 comments:

Anonymous said...

Yo no se si es porque la tardecita en la rambla me puso re sensible porque empezé a extrañar a todas mis amigas que no estaban conmigo... que es fin de año.. vaya uno a saber. Que me encanto este post!!! me dio cierta melancolía.. de qué?? buena pregunta!! Pero ta.. vi la lluvia de estrellas esa noche.. (fui una de las que mande el mensaje) y fue una de las cosas de la naturaleza más linda que he visto ultimamente... lo vieron??? Que pasen lindo

Anonymous said...

Me ha gustado mucho leerte. Es como si me hubiera colado por una rendija de esa luz que hay alfinal del túnel y te hubiese estado observando.
Es un post muy tierno, muy sensible... lleno de ti.
Gracias por tu apertura, eres linda :)
Besito denuncadejesdeserniña

Anonetoy said...

Adoro la nostalgia cuando se mancha de niñez.

Muy bonito, pero yo que tu hubiera desmenuzado esas historias en distintos posts, en vez de solaparlas una tras otra.

Bloody said...

Colonia y Minas, sí, me encantan. Salto no.

Bloody said...

Perdón, quise poner este comment en el post anterior.

Bloody said...

Excelente, Emma. No hay palabras, enserio.

Y muy bueno el tesoro.

Emma said...

Anonetoy, tengo muchas historias. Eso fue un flashaso de mi vida, como cuando dicen los que estuvieron por morirse: Toda mi vida pasó ante mis ojos. Pero como mi vida no tiene pies, la pensé cuando volvía a casa en el omnibus.
Tengo muchas historias más, como la vez que le corté la mano a una amiga con una tijera porque sí...

pUbLiFrEaK said...

Muy lindo el post. Un poco agresivo lo de la pobre tipa diabética. Mejor tenerte de amiga que de enemiga, jaja.

Salú Emma! Por...por tí

pUbLiFrEaK said...

che...yo con tanto salú tendría que estar con una borrachera impresionante!

No importa, se ve que no me hace efecto, jaja.

Salú d nuevo!

furiacarnavalera said...

bueno emmis... ayer intente mandarte un comentario pero no c porq no pude
espero q hoy si!
bueno emmis... la verdad es que me puse a pensar en el "habia una vez" y me quede acordandome el "colorin colorado" jaja!!! o el "chan chan" que yo le ponia al final de cada musica nueva que me aprendia en el jardin.
bueno me fui al carajo
chau!

Yas said...

Es verdad. Hay canciones que sólo le cantan a ciertas personas. Gracias por compartir tu perfil de niña- diablilla.
Me gustó lo de los Indios. Siempre hay un factor que nos persigue en la vida como un amigo silencioso.
bss!!

Lebowski said...

Muy conmovedor. A mí me paso, eso de abandonar el pueblo por la Gran Ciudad. Pero en mi caso fue para toda la vida. No sé si fue lo mejor o lo peor que me pudo haber pasado en la vida.
Se sabe que la vida se vive en el interior. Acá es otra cosa. Muy moderna, muy divertida, muy alucinante, muy colorida, muy de fierros. Pero todo muy superficial.

“Te doy una torta de chocolate” (la tipa es diabética).
Ese es el comentario más doloroso que escuché en mi vida. Terrible.