Thursday, November 09, 2006

La función de los libros


Odio los libros, no los quiero ver nunca más”. Así me recibió mi hermano cuando entré a casa. Ni un hola, ni mucho menos me preguntó como me había ido en toda la semana que no me había visto.
Me miró y con ojos rabiosos, tirando apuntes para todos lados, dijo “libros de mierda, no sirven para nada”.
Yo, amante de ellos, comencé su defensa (y por un pelo casi estudio Derecho): “Para muchas cosas sirven…”. Pero en el momento en que más necesitas a las palabras, justo a ellas se les ocurre irse de vacaciones y desaparecen de la faz de la cabeza.
1) Para alcanzar algo. Doble sentido palpable. Mi hermano se sentó en el sillón con las piernas abiertas y apoyó sus codos, cada uno en una rodilla. Me miró poco convencido y antes que empezara a decirme de todo, mi boca largó el segundo sentido: “A vos eso no te sirve, porque sos alto. Pero pensa en Sabrina (la ex novia) que es petisa, cuando quiere agarrar algo que está alto…”. Peor error: nombrar a la yegua de la ex.
2) Quedan lindos en las bibliotecas. Suerte que no estudié derecho, porque este fue el argumento más pobre que di en la vida. Aunque es cierto que mi hermano se pasa mirando al espejo y arreglándose las patillas, no servía.
3) De florero. Después de hablar me maldije internamente. Estaba perdiendo la discusión por no tener en cuenta a quien me estaba dirigiendo. Me puse nerviosa, yo no podía perder esa discusión, todo mi orgullo (que es mucho) estaba en juego. Comencé a sudar, mi cabeza daba vueltas, mis ojos desenfocaron (a no, eso fue porque me saqué los lentes). ¡No podía perder!
Tres puteadas y me dio vuelta la cara. Se estaba yendo, ¡lo tenía que retener!
4) Como somnífero. ¡Victoria! (Otra de las ex… pero en este caso lo dije porque había logrado que él se sentara de nuevo). Me miró y me tiró el libro de historia de quinto. “Ayúdame a dormir, entonces”, me dijo. Como hermana mayor orgullosa que soy, me acomodé en el sillón y lo ayudé a estudiar.

Emma.








Nota: La foto es del cumpleaños nº 17 de él: mi hermanito.
El muñeco es mi otro hermano: era un estudiante de intercambio que estaba en casa. Volvió a Holanda unas semanas antes del cumpleaños. Mi hermano (y todos, en realidad) quiso que Viktor estuviera presente, entonces con otra amiga se pasaron tres días haciendo este muñeco. Le pusieron una foto de Vik de cara y lo vistieron con ropa que dejó. Claro que no pudieron reprensetarlo en toda su grandeza... (Viktor mide 2. 05 mts).

10 comments:

Emma said...

Para Preso, que se quejó que hacía "Como 50 días que no ponés nada en el blog..." (no fue literal, pero no me acuerdo de las palabras exactas)

Bloody said...

Joder, Preso siempre molestando.

Y en cuanto a libros... cada uno sabrá para qué le sirven.

pUbLiFrEaK said...

jaja, nunca t había leído con puteadas y todo eso...mmm....
no es característico tuyo mi querida emma. De todas formas me gustó, porq los libros sirven para mucho, pero cuando estamos saturados de la fac, los odiamos!

Salú!

Emma said...

si, Publi, supongo que dejé el romanticismo a un lado. Que bueno, porque tanta melosidad ya me tenía media asqueada. Siempre vuelvo, igual.

Atilum, Viktor es un GRAN personaje. Jaja.

Bloody said...

Genial, Emma, genial. A mí también me asquea el romanticismo a veces.

Lebowski said...

Está bueno. Pero los chicos estos con sus historias me tienen medio harto. Igual, repito, me gusta pila.
beso

Emma said...

¿qué chicos con qué historias?
No entendí, preso.

Lebowski said...

es que e esta altura de la locura mental no sé cuándo hablás de vos y tu hermano o de los otros dos, lucifer y no fulanito.

Emma said...

¿? Preso, no te hagas el abstracto!

Anonymous said...

a mi me gusto pero creo que segun la ley de la L viktor debe estar media bajoneado jejeje muy lindo emma