Friday, August 25, 2006

El témpano


Hacía mucho tiempo que lo miraba escondida atrás de sus amigas, en el baile o en la calle, y cada vez que él pasaba no podía quitarle los ojos de encima. Era como un imán que sujetaba su mirada con él, con su pelo, su boca, sus manos. No había nada específico que le gustara de ese hombre, excepto, quizás, sus labios. De tanto mirarlos ya los conocía de memoria. Sabía también que no solo era bonito, sino también inteligente, sensato y cuerdo. Parecía imposible que un solo ser humano pudiera ser tan perfecto.

Allí estaba ella, después de conversar con él la mitad de la noche y dejarse llevar por él la otra mitad. No pensar se sentía fantástico, era liberador después de tanto raciocinio, de tanto pensar en todas las vías posibles para cada asunto, que era lo que siempre se le había enseñado a hacer: calculadora y fría. Su voz, sus labios y su fuerza eran todo lo que ella quería en ese momento.

¿Por qué él estaba con ella? Él, que era todo perfección, estaba con ella, que solamente era una más del montón, o tal vez ni siquiera tanto. Se sumergió tanto en sus pensamientos que enfrió sus acciones, como generalmente sucedía. No le importaba porqué estaba con ella, lo único que quería era seguir con él.

De pronto dejó de besarla y la miró serio.
– ¿Cómo es posible que en un minuto seas una llamarada y en el otro un témpano?
Su autovaloración calló por las escaleras. Se negó a responder esa pregunta.
– ¿Escuchaste la canción de Maná, Rallando el sol?– Ella asintió con la cabeza– ¿Escuchaste la parte que dice “es más fácil llegar al sol que a tu corazón”? –Ella volvió a asentir–. Siento eso con vos.
Ella comprimió el rostro. Tomó aire y respondió:
– Tal vez no quiero que vos llegues a mi corazón.


Emma.

1 comment:

Yas said...

emma..me gustó mucho lo que has escrito ultimamente, voy a andar pasando por acá..beso