Friday, September 28, 2007

No sé qué me pienso de la vida II


Soy una persona mentirosa, aunque prefiera el término imaginativa; resulta que tengo mucha imaginación y me gusta desarrollarla. También me gusta actuar, por lo que (tres por dos) logro controlar mis gestos, aunque dos por tres alguno se escapa.

Vivo en un mundo de mentira, irreal, creado en mi cabeza. Ya había pensado que estaba comenzando a ser aburrido y que quería variar. Y LA PRIMER ACCIÓN HONESTA QUE HICE EN LA VIDA ME DEPRIMIÓ MÁS QUE ESA VEZ AL MES.

La verdad los hará libres” entonces a mi que me condenen.

Emma

Wednesday, September 26, 2007

Mi futuro



A esta altura espero que cuando me reciba termine trabajando en una revista económica. Soy de la clase de personas a las que hay que explicarle la cuestión económica durante hora y media. Y termina diciendo que entiende para que no la tomen por boluda.
Si voy a dar el examen por tercera vez o voy a recursar, por lo menos que me sirva para algo en la vida, porque escribir guiones económicos tampoco me llama la atención.

Emma. La hermana de un futuro economista y que sabe cuanto es dos más dos porque tiene calculadora (y porque Juan Rafael dice que es 22)

Monday, September 24, 2007

Retaguardia femenina



Durante tres meses tuve dos madres: una de verdad y otra de corazón. Solía extrañar a la de verdad, pero la del corazón estaba allí para consolarme. Conversábamos bastante, cualquier tema era interesante cuando la escuchaba hablar con su voz de abuela.

Tengo tendencia a tirar la toalla y largar el llanto. Durante esos tres meses ese detalle de mi persona nada más se incrementó y me veía a cada rato tirando y recogiendo la toalla con los ojos hinchados y rojos. Muchas veces ni siquiera sabía porqué era que tenía ganas de llorar.

Esa tarde volvíamos del colegio y ella notó mi expresión triste. Sin preguntarme nada empezó con una de sus historias sobre la universidad. A veces las mujeres necesitan llorar, dijo al final.

No es necesario tener razones y tampoco es válido buscarlas ni ponerle excusas a las lágrimas, a veces sólo se necesita sacar energía de adentro, golpear la almohada con fuerza y gritar, o cantar una canción de moda desafinando a más no dar abajo del agua fría, como me dijo una profesora el año pasado.

Las mujeres tenemos fama de ser más sentimentalistas, emotivas. No hay escuadra ni compás que valla con nosotras. A algunas puede ajustárseles menos que a otras, pero todas, independientemente de la personalidad, a veces necesitamos llorar tranquilas, sin que nadie nos pregunte qué nos pase, sin que nadie nos vea ni nos quiera calmar. Sólo llorar, irnos en lágrimas por un rato.

Después, sonreír se hace más fácil.




Emma.

Friday, September 21, 2007

Profesores de película

El profesor de filosofía

(Historiografía personal)

Primer día en cuarto año. Quince años. Ganas de tirarnos en la playa en lugar de estar en el liceo. Los pasillos eran un bullicio: carreras, gritos, cantos. Nadie quería entrar a clase, pero a medida que los profesores iban llegando, no quedaba más remedio.

Hasta que sólo quedó un grupo afuera. Conversaban y cantaban entre ellos, parados en la puerta del salón.

Entonces apareció caminando por el corredor: pantalones ajados, una remera que no conocía la plancha y el pelo más enmarañado que el de un chimpancé. Caminaba con pasos largos y brutos, tenía las cejas tan espesas que parecía severo, enojado. Se paró delante de la puerta, miró hacia abajo y metió un dedo entero por uno de los agujeros de la remera. Abrió la puerta y entró a la clase.

Tuvo paciencia, esperó a que todos se sentaran y comenzaran a divagar sobre este tipo que, se suponía, iba a enseñar filosofía. “Mi nombre es Martín”, dijo con voz áspera y fuerte.

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La materia se disfrutó y fue bastante educativa, no sé si tanto en filosofía, pero salí de cuarto de liceo sabiendo tomar tequila y conociendo los grupos de música del sesenta y setenta. Además también el mito de prometeo que lo dimos cuando fue la directora a la clase.
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Primer día de sexto de derecho. Los niños de cuarto de liceo que les habían sancionado el decorado de la ventana del día de la primavera (eso merece otro post) eran personas casi maduras (muy casi), decididas y con ganas de discutir.

Todos los grupos entraron a los salones, pero ellos no, seguían en el pasillo conversando. El profesor no aparecía.

– ¿Te acordás cuando nos pasó esto en cuarto? –comentó Fico a un grupo de personas que estuvieron con él todos los años de liceo.
– Si. Y llegó Martín –comentó Emma.

Martín, el profesor de filosofía, al que habían denunciado por pegarle a un alumno, al que habían acompañado a la playa a fumar cosas que mejor no nombro para evitar problemas, aquella persona que había hecho que Emma se subiera a un banco a cantar (y los dos compañeros que estaban al lado corrieran despavoridos).

Y llegó Martín, el profesor de filosofía. Otra vez. Entró a la clase, esperó a que todos nos sentáramos y él fue a la ventana. "Mi nombre es Martín. Algunos de ustedes ya me conocen", dijo.
s
Ese año enseñó filosofía.

Monday, September 17, 2007

En las nubes

Blindness se está filmando en Uruguay. Es una película basada en el libro de José Saramago, “Ensayo sobre la ceguera”.

En radio (una materia de la facultad) tuvimos que hacer la práctica de móviles y yo era movilera. Detesto hablar por teléfono, es una de las cosas que más odio, pero bueno, no le podía fallar al equipo y como prefiero hablar sola por teléfono a hablarle a un micrófono con toda la clase mirando, me fui para la ciudad vieja, donde se estaba filmando la película.

Obvio, no me dejaron pasar. El error había sido pedir permiso, hay veces que ser educado no sirve para nada. Empecé a caminar alrededor del lugar, buscando un huequito para colarme. Y un camión bajando algo para el rodaje me dio la oportunidad. Vi al guardia y con toda la seguridad que me faltó para colarme la primera vez, caminé derecho para adentro. “Si me preguntan algo, digo que vivo acá” me repetí. Tanto tiempo sin actuar me está haciendo mal.

Toda la cuadra está ambientada para la filmación: comercios rotos y la calle sucia, tal cual si los hubieran acabado de robar, desesperados. Los actores estaban adentro de una cafetería, filmando. Le vi la cabeza a Danny Glover.

Cada vez que el director pedía silencio, la orden se repetía como eco a lo largo de la calle. Cuando se sentía “Corten” otra vez todos levantaban la voz.

A las siete apagaron los focos que daban al reflector. La calle se sumió en oscuridad. No me quería ir. No quería moverme. Quería agarrar una cámara y meterme adentro, volver a escuchar “action”, quería tener una identificación colgando.

Entonces tuve que salir al aire. Y volver a la realidad.

Emma.

Mayor de edad




Cumplió los 18. Ahora puede manejar, ir preso y votar.


¡Feliz cumpleaños Pedrito!

Monday, September 10, 2007

Dos besos


Mi cumpleaños de 15. Ninguna festejada presta verdadera atención a todos los parientes mayores cuando se está bailando el vals, por lo que cuando él me preguntó si sabía quién era, yo sonreí y le dije que sí. No tuvo vergüenza de decirme que no lo conocía y que era la primera vez que lo veía.
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Ella tenía el vestido de novia sobre la cama, el ajuar en un baúl y la almohada mojada. Al imbécil de su ex futuro marido se le había dado por darse cuenta de que amaba a otra cuando las invitaciones ya se habían repartido. Jamás imaginó que eso pudiera suceder. Habían estudiado juntos toda la carrera, habían comenzado a ejercer abogacía juntos. Parecía que se conocían tanto, que combinaban tan bien. Y sin embargo, cuando estaban por dar el sí para toda la vida, él la dejó.

Ya habían pasado varios meses. Se suponía que lo tendría que tener superado. Sin embargo, seguía sacando el vestido del placard. Sus amigas no aguantaron más verla llorar, compraron pasajes para una excursión a Chile. Pensaban llevarla aunque tuvieran que subirla al ómnibus a rastras.

Él había viajado a Chile con los compañeros del postgrado. Era colombiano y se notaba la diferencia entre medio de todos sus compañeros brasileros. Estaba muerto de frío en aquella montaña en medio del invierno, todavía no entendía cómo había aceptado esa invitación.

La vio sacándose las botas de nieve, mirar a su amiga con cara de dolor y masajearse el tobillo. Era médico, tenía que ir a ver si estaba bien.

Ella era abogada uruguaya, tenía que trabajar en Uruguay y seguir sus leyes. Él acababa de terminar su postgrado en Brasil y había conseguido trabajo allí. Felicitó a su ex futuro marido por su reciente compromiso. Después se casó y se fue a vivir a la frontera.
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Dos besos: uno en cada mejilla. Yo, y mi poca costumbre en el asunto, siempre le doy un beso y me quedo helada cuando veo que él vuelve a inclinarse sobre mí, pero del otro lado. Entonces me acuerdo del segundo.
a

Dos besos: Gustav Klimt y Eduard Munch.


Emma.

Friday, September 07, 2007

Catorce



Le gusta ir a la moda, salir con las amigas y la música. Los hermanos mayores estamos para facilitarles el camino a los que vienen atrás. No sé de qué forma lo pude haber hecho con ella, porque, aunque dicen que somos parecidas, no tenemos nada más que la genética en común.

Ella es delicada y coqueta. Yo bruta y lo primero que encuentre. A ella le gusta estar igual que las amigas. Mis amigas y yo tenemos poco en común. A mi hermana le gusta ser el centro de atención. Y dos por tres a mi también. Ella es constante, decidida y segura. Tiene carácter fuerte y no sufre cuando dice que no. Mi hermana es mal criada, mimada de más y consentida. Es demostrativa pocas veces y, cuando quiere, dulce. Es la menor, la bebe.

Mañana cumple catorce. Mañana se hace más grande. Mañana voy a llenarla de besos hasta que me saque de un empujón (probablemente en el segundo) y voy a tratar de no convencerme de que mi bebe sigue ahí, en algún.

Emma.

Feliz cumpleaños, hermanita

Mis hermanitos cuando de verdad eran "itos"


Wednesday, September 05, 2007

Dejate de joder con la camarita

(Foto sacada por Publi freak)
La primera cámara que tuve en mis manos era de mi padre. Unos años después la única que la usaba era yo. Por alguna razón le cortaba la cabeza a todos mis modelos. La primera cámara digital me la regaló mi abuelo cuando cumplí quince años. Él había decidido que gastaba mucho en rollos y que iba a ser mucho mejor que sacara la cantidad que quisiera y nada más las pusiera en la computadora.

Mi primera cámara profesional también me la dio mi abuelo. Había sido de él y pasó sistemáticamente a ser mía. Hay algo con respecto al revelado manual que me llama la atención. Ha de ser el tiempo que se pierde en el cuarto oscuro antes de poder salir, ver la foto y notar que salió todo mal. Pero no me ofuscaba, muy por el contrario, era un incentivo para volver a hacerlo.

En la fiesta anual perseguí a un morocho bonito toda la noche para poder sacarle una foto. Era más grande, más inteligente, más todo que yo, pero quería una foto a como diera lugar. Pobre hombre, si lo llego a ver ahora me daría vergüenza. Al final de la noche dejó de caminar, me miró y con esa voz asquerosamente profunda que le descubrí me pidió de la mejor manera que me dejara de joder con la camarita. No lo dudé ni un segundo y le hice caso.

Escuchar el ruidito de la cámara abriendo el diafragma y dejando entrar la luz, la expectativa de ver qué fue lo que salió. Entiendo que puede ser molesto, pero lo siento, no puedo estar sin sacar fotos mucho tiempo, es como una adicción y no soporto el período de abstinencia.

Emma.

Sunday, September 02, 2007

Ventana indiscreta

(Basado en hechos reales)

La mujer miró por la ventana. Era uno de sus deportes favoritos: chusmear. Y ya hacía unos días que no veía movimiento en la casa del frente. Era extraño, porque desde que el marido de la vecina se había ido a la guerra, en esa casa no paraban de entrar hombres. Al principio había pensado que eran familiares que llegaban para ayudarla con el bebe. Pero cuando comenzó a notar que las caras no eran siempre las mismas, tuvo que suponer otra cosa.

Su marido pasó por atrás de ella y se sentó frente al televisor. Ya se había cansado de pedirle que dejara de mirar por esa ventana como si no tuviera nada mejor que hacer.

– Es raro, las cortinas están igual que ayer. Y ayer estaban iguales el día anterior -dijo ella.
– La mujer ha de estar ocupada.
– Anoche no había ninguna luz prendida.
– Tal vez tomó consciencia y se fue a un motel.
– ¿Y el bebe?
– No sé. No sé que hace esa mujer con su vida.
– Ay, enserio me preocupa saber que pasa. Anoche me pareció escuchar llorar al nene.
– Todos los bebes lloran.
– Voy a ir a ver si necesita ayuda.

Cuando su esposo giró para verla ella ya estaba en la calle. Le gustaba chusmear, era cierto, pero jamás se involucraba. Ir a golpear a la puerta de los vecinos porque quería saber qué era de sus vidas no era parte de la rutina. la siguió, lo que menos quería era problemas con los vecinos.

No logró llegar antes de que ella comenzara a golpear la puerta frenéticamente. Pero nadie la abría. Él estaba a punto de llevarla a rastras a su casa, cuando escucharon el llanto del bebe. Entre el llanto y los golpes, alguien tendría que haber abierto la puerta.

Algo no andaba bien. Logró mirar hacia adentro por un espacio entre las cortinas del ventanal que daba al jardín. El niño estaba allí, sentado en un charco de mugre. ¿Dónde demonios estaba la madre? Esa perra desgraciada que se había ocupado de levantar con los cuernos a su marido cada noche desde que él se había ido a la guerra.

Rompió un vidrio con una piedra y entró a la casa. El bebe comenzó a llorar con más fuerza, se paró y dio un par de pasos hacia el hombre. Él lo levantó y le limpió la boca con su remera. Abrió la puerta para que entrara su mujer y otros vecinos que fueron a ver que sucedía cuando escucharon el vidrio romperse.

En la casa no había nadie, todo estaba ordenado, menos el montón de basura que el bebe había desparramado. Hacía tres días que el niño estaba solo y comiendo de la basura ¿Qué clase de mujer hacía eso? No era la primera en dejar a su familia ni sería la última, pero ¿Qué intenciones tenía en dejar sólo a un bebe de 18 meses?

Y él había sobrevivido. Había seguido su instinto y allí estaba, llorando, sucio y con hambre, pero vivo.

Emma.

Saturday, September 01, 2007

Dalila

(o Basura pestilente)

Mi cabeza intenta encontrarle una explicación pero mi corazón se niega. De cierta forma intento justificar sus actos y es ahí cuando entro en crisis: mis yo se comienzan a pelear y agarran claustrofobia en el interior de mi cabeza. El pecho se hunde y los ojos se humedecen.

La imagino hermosa, después de todo, creo que él se le parecía. Rubia, como él de niño, con la misma sonrisa de él, tan amplia, tan deslumbrante que no deja desviar la mirada a sus ojos. Sus ojos de víbora, de hipócrita, manipuladora, mañosa y egoísta.

No sé ni su nombre y ella no sabe que yo existo, pero conocí algo que salió de ella, algo hermoso que no me explico como pudo dar a luz. Dudo que alguna vez la llegue a conocer cara a cara. Si eso llegara a suceder no sé si le pegaría hasta dejarla inconsciente o le agradecería.

No puedo alcanzar el punto de equilibrio, esa mujer escapa a mi entendimiento y me causa curiosidad.


Emma.

Monday, August 27, 2007

Gritando al galope


La habitación del sanatorio ha pasado por varias etapas para mí: de la salvación pasó a ser el infierno, después mi sala velatoria y ahora mi prisión.

Qué ironía, estar a punto de pasar a mejor vida por una de las cosas que más me gustan de este mundo: los caballos. Tal vez, si no hubiera estado tan concentrada pensando en él, habría visto que se acercaba cabalgando por la izquierda. Habría notado que no tenía intenciones de frenar. Entonces yo, por el miedo fóbico que le tengo a las agujas, hubiera parado el auto y lo habría visto pasar, elegante. Hay pocas cosas que me gustan tanto como el galope de los caballos.

Pero por mi estupidez llegué a esta habitación (que ahora parece una florería). Y por mi estupidez también le di más trabajo a muchas enfermeras, un par de médicos, algún que otro veterinario y un mecánico. Quizás deba de estar agradecida de que la cosa haya sido grave: mi padre ha evitado tocar el tema del auto. Tal vez porque ya no hay auto.

Desde que me desperté no he salido de la habitación. Cada vez que asomo la cabeza por la puerta corren las enfermeras como locas a meterme en la cama otra vez. Por lo menos ya me sacaron los cables. Aunque me duele un poco la mano, puedo escribir. Pero ninguno de los moretones, cortes y raspaduras se compara con el dolor de cabeza constante. Y se agranda una hora por día cada vez que viene la psicóloga. La detesto.

La mujer se piensa que soy suicida. Supongo que habrá situaciones donde es preferible la muerte, pero él no es una de esas situaciones. Además soy una cagona y le tengo terrible miedo a lo que hay después. Estaba distraída, nada más. Y no puedo hacer gráfico la fuerza de voluntad que tengo que juntar para admitir que la peor cagada que me he mandado en la vida (y de corazón espero que no mandarme ninguna peor) fue por estar pensando en él. De todas formas, nunca lo voy a admitir en voz alta.

No me hice nada para lo que podría haber sido. Es lo que dice mi abuela cada vez que prende una vela. Odio las velas, el olor a incienso y a él también. Aunque juntó coraje y vino a verme. Si no hubiera estado tan feliz por ver a un ser vivo (las plantas no cuentan) lo habría echado.

Tengo que valorar su buen gesto: me regaló este diario íntimo. Tiene las hojas celestes y la tapa forrado en tela azul. Es horrible. Tal vez lo eligió porque sabe que me gustan los colores fríos. Creo que fue coincidencia. Definitivamente, tiene mal gusto.

Siento tantas ganas de pegarle con fuerza. Con un palo. Y de romperle la camioneta también. Gente tan bonita como él no tendrían porqué nacer. Especialmente cuando los niveles de belleza se miden por la estupidez. Aunque, admito, la culpa no es del chancho y la que le rasca el lomo soy yo, así que si él es estúpido yo lo duplico, después de todo lo quiero. Sí, lo quiero, es posesivo.

Siento tantas ganas de llorar. Pero tengo miedo de que caiga alguna enfermera bruta y me clave una jeringa para que me calme. Con un poco de suerte me encuentra la vena rápido, pero suerte es algo que últimamente, me falta. Y cuando llegue mi familia voy a tener que fingir que estoy bien. Estoy bien, estoy viva. Pero no tengo ganas de reír, no tengo ganas de hacer nada, me duele la cabeza.

Hipodamia.

Sunday, August 26, 2007

Pensando en él

Roy Lichtenstein

Friday, August 17, 2007

Estufa a leña con vista al río

Vivo lejos de la ciudad. Tanto que puedo ver las estrellas. También vivo lejos del río, pero tan cerca que puedo escuchar el oleaje. No vivo cerca del campo, ni se ordeñar una vaca, pero amo a los caballos.

Vivo cerca de los abrazos de la gente que quiero. Cerca de donde puedo caminar sola a cualquier hora. Vivo cerca de los estudios y de los semáforos, de árboles, del aire puro y del aire de fábrica.

Vivo lejos de todo lo que acabo de escribir. Me faltan los abrazos de algunos amigos que no están, las críticas de gente que me quiere y otros que me quieren poco. Me falta la cascada y el puente roto, la nieve y el aceite especial. Me falta la estufa a leña y la vista al lago, pero tengo la estufa a leña y la vista al río.

Vivo en una tormenta de verano. Una tormenta con mucho viento y gotas chicas, que chicotean con fuerza, que mueven, que corren y que gritan que no somos nada, que estamos acá pero nos vamos a ir tan pronto notemos que vivimos. Una tormenta que tapa el cielo, que mueve el río, que encierra a la gente y a mi me saca. A mí me para en la escollera. Sola. Dejando que el viento me mueva, que me grite lo que quiera. Dándome cuenta que soy producto de la naturaleza.

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Bajo a la playa con mi cámara de fotos. Rápido, porque la tormenta no va a demorar en llegar. Los perros van conmigo, los tres. Siempre van conmigo: Plocky es mi guardián, Niké todavía le tiene miedo a la playa, sólo tiene tres meses. Ludovika disfruta del agua desde que sale de casa hasta que se aburre. O le da hambre.

Un vecino me grita que no sea loca y me meta en casa, que se viene una tormenta fea. Lo saludo con la mano, ni siquiera le sonrió: que se meta con su vida, pero gracias por preocuparse por mí.

Sí, era una locura bajar a la playa con el cielo cubierto y la negrura acercándose. Pero la foto iba a quedar demasiado buena como para volver a casa y esconderme de la naturaleza. Tenía que mostrarles a mis amigos que no estaban cerca cómo era una tormenta de verano.

Volví a casa con las piernas rojas de los chicotazos de la arena, mi pelo era una enredadera por el viento y había que bañar a los perros que no habían parado de ladrarme en todo el rato. Pero la foto estaba en la cámara. Otro vecino se reía desde la seguridad de la terraza techada de su casa. Me gritó algo que no pude entender. Yo pasé a pasos agigantados con la cabeza gacha y la cámara adentro de la remera.



Emma.
(Mike. Si lloro es porque te quiero. Y te quiero mucho)




Monday, August 13, 2007

Futura mamá

Ludovika va a ser mamá. Y Nike una tía orgullosa.
Emma

El niño que todos llevamos dentro




feliz día del niño a todos. Especialmente a aquellos que no dejan morir al niño interior.
Emma
(Los niños de las fotos ya están todos grandes)

Friday, August 10, 2007

Reloj, no marques las horas


La hermosa sensación de sentir que no hay nada útil para hacer. ¿Y mañana? Va a ser igual. Pero como siempre, los domingos son tristes y los lunes se resumen en perdición.

Emma.

Tuesday, August 07, 2007

Para que los de afuera no nos devoren


Perdí el privilegio de ser hija única un mes antes de cumplir tres años. Con mi hermanito nuevo también nació Perico, un oso amarillo cuatro veces más grande que yo (en aquel momento) que llamé de esa forma en honor a mi niñera, la Perica. Le usaba los chupetes y le cambiaba los pañales. Según mi madre yo era "toda una mamá". Entonces, un día, papá y mamá nos llevaron al cuarto y nos dieron una gran noticia: íbamos a tener un hermanito. Tenía seis años, pero me acuerdo de estar saltando en la cama con mi hermanito, festejando.

Al nombre de la nueva bebe lo elegimos entre los cuatro. Papá y mi hermanito armaron una lista (a él no le gustaba ningún nombre) y mamá y yo armamos otra lista (a mi me gustaban todos los nombres). El nombre de mi hermana fue producto de la coincidencia de todas las manos arriba cuando lo dijeron. Ella nos culpa a los cuatro.

Así crecí, con dos hermanos menores bajo mi responsabilidad, jugando al fútbol con él y a las muñecas con ella. Enojándome cuando no me dejaban ver MTV porque querían ver dibujitos. Quejándome de la poca privacidad. Ayudándolos a organizar las fiestas de cumpleaños y llevándolos a la escuela.

Con dieciocho años me fui. En un lugar que no conocía y casi no me daba entender, gané una hermana histérica, caprichosa y celosa que se encargó de hacerme pasar mal. como no soy (ni tengo intenciones de ser) mártir, me fui de esa casa. Y llegué a otra donde, por primera vez en la vida fui la menor, era a la que tenían que cuidar y no la que cuidaba, a la que había que llevar, ayudar y explicar. Mi nueva hermana mayor estaba casada, mi nuevo hermano mayor también y tenía un hijo: mi sobrinito. Mi otro nuevo hermano mayor era el bebe de la casa que, con casi treinta años, seguía viviendo con mamá y papá. El rebelde, el que más me cuidaba y el que casi me convence para ir a ver como degoyaban a un chancho.

Con aquel mundo en la cabeza volví a mi vida de ser la mayor, la responsable. Y de alguna forma, casi sin darme cuenta, llegó otro hermano. Más alto de lo normal, más alérgico que cualquier persona que conociera, con más entusiasmo de lo estándar. Lo único que sabía decir en español era algo acerca de la cena y nunca entendía los chistes.

Mis padres me regalaron dos hermanos, las dos personas que más quiero en el mundo. La vida me regaló cinco. Siete personas especiales, diferentes y con corazón abierto para quererme de la misma forma que los quiero a ellos. Siete personas por las que nunca voy a dejar de decir gracias.

Pero entre los hermanos de la vida hay uno. Aunque no se deba hacer diferencia, él es la persona más cercana a ser regalo de mamá y papá. A pesar de las distancias, el idioma y el océano, sigue y seguirá siendo siempre mi hermano.





Feliz cumpleaños, Chispa.

Emma

Wednesday, August 01, 2007

El lado masculino de la mente femenina


Este post es sólo para complacer mi capacidad femenina de babearme hasta el cansancio y poder seguir un poco más. Los hombres poseen la misma capacidad multiplicada por infinito y la usan indefinidamente más que las mujeres, pero ¿Qué integrante del sexo femenino es capaz de ver una película con Brad Pitt y cambiar antes de echarle una vichadita?

Aunque no giremos la cabeza al mejor estilo El exorcista con cada espécimen macho que pase por adelante, pero siempre hay algún morocho o algún par de ojos que nos atacan in fraganti. No les gritamos ninguna estupidez a los hombres bonitos, pero sí esperamos que ellos lo hagan.

No estamos continuamente pensando en Jude Law, en el verdulero de la esquina o en el amigo del amigo, porque también tenemos que comprar zapatos, mirar ropa, mirar la novela o chusmear con una amiga.
Emma
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¡Feliz cumpleaños, Io!

Saturday, July 28, 2007

Las manos de las peluqueras

Emma era una pequeña niña (casi) rubia llena de rizos que un día fue a la peluquería con su papá. Sí, por raro que suene, fue con su papá. Las órdenes de su madre fueron claras: debía (sólo) cortarse las puntas. Pero, y echándole la culpa a la peluquera que era lenta, mientras tanto, Emmita vio la foto de una modelo preciosa con el pelo corto y cerquillo. Ni la (inmunda) peluquera ni su (iluso) padre se opusieron al corte de cabello de la (encantada con la foto) pequeña, por lo que salió de la peluquería al mejor estilo Cristóbal Colón.

Aún con la vergüenza de tener que salir a la calle de esa forma (ayudada por la inocencia de la edad) y aguantar los comentarios detestables de sus compañeros, Emma sobrevivió. Pero sólo lo hizo para demostrar ser una completa inconsciente a mayor edad. Aunque habría que darle un poco de crédito, después de todo, cortarse el pelo en la ducha y sin espejo no se le ocurre a cualquiera. Para demostrar su madurez y su capacidad para asumir sus malas acciones (y su idiotismo) no fue a la peluquería para arreglarse el pelo.

Las manos de las peluqueras son las que hacen milagros con nuestras cabezas: las mejoran o provocan arrepentimiento. Mi madre tiene manos de peluquera después de casi raparme cuando se me pegó un chicle en el pelo dormida. Mi mejor amiga de la escuela tiene manos de peluquera después de intentar quitarse el cerquillo (y quedar como una estrella punk frustrada), el amigo de mi hermano tiene manos de peluquera cada vez que se acomoda los rulos.

La sensación de paz mientras nos masajean la cabeza cuando la lavan, la sensación de que vamos a cambiar radicalmente cuando nos ponen la tinta en el pelo, la sensación de terror cuando agarran la tijera.


Emma.