Mi amigo Toto quiere ser médico. Y Tefi también. Yo creo que están locos, pero es la opinión de una persona fóbica a las agujas y que el olor a hospital al principio le gusta y después la descompone.
Después de hora y media de estar sentada en la sala de espera de emergencias del sanatorio, pude unir todos los cabos y contarles el accidente que pasó en la puerta de emergencias.
El hombre estaba acostado, pronto para dormirse mientras su esposa hacía zapping en la tele. Puf. Golpe seco. Se miraron de golpe y él salió corriendo a ver qué se había caído. Nada en el baño, nada en el cuarto de al lado. Cuando abrió la puerta del cuarto de la hija mayor se encontró con su bebe tirada en el piso.
Desesperado la metió en la camioneta y salió corriendo para emergencias. Tan concentrado en poner a su hija a salvo no vio la moto sin luz de carreras que bajaba por la calle como si la persiguiera el diablo.
Yo estaba sentada en la sala de esperas con mi tía y mi papá. Hablábamos de temas sin transcendencia esperando que pasara el tiempo de una vez. De repente puf. Dos enfermeros salieron corriendo y entró un desfile. La morocha ayudada por su amiga, con la cara llena de sangre, quejándose de la pierna y repitiendo histéricamente que no lo había visto, que el auto se había cruzado. El hombre pasó con su hija en brazos gritando por ayuda. “Está inconciente, no sé que le pasa”.
A todo eso, en la silla frente a mi había una niña con sueño y vómitos abrazando a su papá y con su hermano al lado. Todos parecieron olvidarse de la niña cuando se oyó el golpe del auto. Ella picaba los ojos y se acurrucaba en su papá. Me miraba y sonreía, pero nadie más la notaba.
Después de hora y media de estar sentada en la sala de espera de emergencias del sanatorio, pude unir todos los cabos y contarles el accidente que pasó en la puerta de emergencias.
El hombre estaba acostado, pronto para dormirse mientras su esposa hacía zapping en la tele. Puf. Golpe seco. Se miraron de golpe y él salió corriendo a ver qué se había caído. Nada en el baño, nada en el cuarto de al lado. Cuando abrió la puerta del cuarto de la hija mayor se encontró con su bebe tirada en el piso.
Desesperado la metió en la camioneta y salió corriendo para emergencias. Tan concentrado en poner a su hija a salvo no vio la moto sin luz de carreras que bajaba por la calle como si la persiguiera el diablo.
Yo estaba sentada en la sala de esperas con mi tía y mi papá. Hablábamos de temas sin transcendencia esperando que pasara el tiempo de una vez. De repente puf. Dos enfermeros salieron corriendo y entró un desfile. La morocha ayudada por su amiga, con la cara llena de sangre, quejándose de la pierna y repitiendo histéricamente que no lo había visto, que el auto se había cruzado. El hombre pasó con su hija en brazos gritando por ayuda. “Está inconciente, no sé que le pasa”.
A todo eso, en la silla frente a mi había una niña con sueño y vómitos abrazando a su papá y con su hermano al lado. Todos parecieron olvidarse de la niña cuando se oyó el golpe del auto. Ella picaba los ojos y se acurrucaba en su papá. Me miraba y sonreía, pero nadie más la notaba.
Si, todo eso uniendo cabos, escuchando conversaciones sueltas al cabo de una hora y media sentada en la sala de esperas.
a
Emma.
2 comments:
Buff, las salas de espera de los hospitales son horribles y aburridas.
de aburrida esta no tuvo nada
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