Friday, August 17, 2007

Estufa a leña con vista al río

Vivo lejos de la ciudad. Tanto que puedo ver las estrellas. También vivo lejos del río, pero tan cerca que puedo escuchar el oleaje. No vivo cerca del campo, ni se ordeñar una vaca, pero amo a los caballos.

Vivo cerca de los abrazos de la gente que quiero. Cerca de donde puedo caminar sola a cualquier hora. Vivo cerca de los estudios y de los semáforos, de árboles, del aire puro y del aire de fábrica.

Vivo lejos de todo lo que acabo de escribir. Me faltan los abrazos de algunos amigos que no están, las críticas de gente que me quiere y otros que me quieren poco. Me falta la cascada y el puente roto, la nieve y el aceite especial. Me falta la estufa a leña y la vista al lago, pero tengo la estufa a leña y la vista al río.

Vivo en una tormenta de verano. Una tormenta con mucho viento y gotas chicas, que chicotean con fuerza, que mueven, que corren y que gritan que no somos nada, que estamos acá pero nos vamos a ir tan pronto notemos que vivimos. Una tormenta que tapa el cielo, que mueve el río, que encierra a la gente y a mi me saca. A mí me para en la escollera. Sola. Dejando que el viento me mueva, que me grite lo que quiera. Dándome cuenta que soy producto de la naturaleza.

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Bajo a la playa con mi cámara de fotos. Rápido, porque la tormenta no va a demorar en llegar. Los perros van conmigo, los tres. Siempre van conmigo: Plocky es mi guardián, Niké todavía le tiene miedo a la playa, sólo tiene tres meses. Ludovika disfruta del agua desde que sale de casa hasta que se aburre. O le da hambre.

Un vecino me grita que no sea loca y me meta en casa, que se viene una tormenta fea. Lo saludo con la mano, ni siquiera le sonrió: que se meta con su vida, pero gracias por preocuparse por mí.

Sí, era una locura bajar a la playa con el cielo cubierto y la negrura acercándose. Pero la foto iba a quedar demasiado buena como para volver a casa y esconderme de la naturaleza. Tenía que mostrarles a mis amigos que no estaban cerca cómo era una tormenta de verano.

Volví a casa con las piernas rojas de los chicotazos de la arena, mi pelo era una enredadera por el viento y había que bañar a los perros que no habían parado de ladrarme en todo el rato. Pero la foto estaba en la cámara. Otro vecino se reía desde la seguridad de la terraza techada de su casa. Me gritó algo que no pude entender. Yo pasé a pasos agigantados con la cabeza gacha y la cámara adentro de la remera.



Emma.
(Mike. Si lloro es porque te quiero. Y te quiero mucho)




18 comments:

Si, mi reina said...

Creaste una atomsfera tan real-irreal q aun me pregunto donde vives. La foto excepcional, y los perros tus fieles seguidorees.
Muy buen post, besos y gracias x visitarme

Emma said...

La foto que puse la saqué después de susodicha tormenta.

Bloody said...

Hermoso. Lo siento mucho.

Lebowski said...

La estufa de leña es lo mejor que hay. Lo mejor lo mejor.

Lebowski said...

Ah, una cosa con relación a tu comentario en el otro post.
Lo de Nike. No importa lo que vos quieras decir sino lo que los demás escuchan. El 90% de los humanos cuando escuchen Nike escuchan "marca de ropa deportiva". ¿O me vas a decir que alguien te dijo sobre tu perra: "¡¡Qué lindo nombre. Como el de la diosa griega!!"?

Lo siento, Emma. El mundo es de los incultos. Hay que tener presente siempre eso.

Un beso

Emma said...

Pues, que se les represente un par de championes. Nike es la diosa griega de la victoria y mi perra.
Y no se pronuncia NAIK, sino NAIQUI.

M.G.G. said...

¿Seguro que lloras porque le quieres? Entonces, ¿Por qué lloras?
Querer a alguien nos llena de alegría, ¿no crees?
Observa eso y cuéntamelo después.
Te dejo un besito decomplicidad

Emma said...

Fantasía, lloro por egoista, porque no lo voy a ver más. Lloro porque quiero que esté conmigo, pero sé que ahora está en un lugar mejor. Lloro porque Mike falleció con 18 años de un ataque al corazón sin razón aparente, porque no se drogaba, no fumaba, no tomaba y acababa de pasar la prueba de salud para entrar a la fuerza aerea.
La última vez que lo vi fue hace dos años y él era un niño de 16 años, siempre alegre, siempre dispuesto a dar una mano y a reirse de mi asento en inglés. Tenía la ilusión de volverlo a ver hecho un hombre, pero sólo va a quedar en eso: en sueño.
Ahora no importa cuantas fotos saque para mis amigos que no están, él no las va a poder ver.

nois de lean said...

lindísima historia... y si, valió la pena los chicotazos de la arena

la foto explica todo

abrazos

Iki said...

Divino!!!
Lamento esa pérdida

Marie said...

Amo las tormentas de verano en la playa.

Un abrazo, Emma.

Anonymous said...

de ese relato tan... interesante, solo ha sobrado el vecino.
Seguro que mereció la pena la foto.
Un beso

Emma said...

gasnumino, tal cual que sólo sobró el vecino. A1hora estoy más de acuerdo con vos que nunca.

Jok€r said...

muy lindo de verdad! muy lindo

M.G.G. said...

Lo siento nena...
Sé lo que es perder a alguien querido y también sé que todo acaba pasando y que llegará el día en que lo recuerdes sin lágrimas en los ojos, porque no le echarás de menos, porque siempre que pienses en él, ahí estará contigo...
Me gusta tu sensibilidad ;-)
Te dejo un besito muy tierno

Emma said...

gracas fantasía.

pUbLiFrEaK said...

Emma, ahora entiendo tu nick. De verdad lamento que te haya pasado eso. Perder a un amigo es durísimo, vos sabés que yo pasé por eso no hace mucho. Estoy para lo que necesites amiga. Y de nuevo, lo lamento.

Salú!

Alex said...

me encantan las estufas a leña, las tormentas y los perros, y comparto lo que te escribió "si, mi reina".
gracias por pasar por mi blog!