Friday, January 28, 2011

Juventud

“Está demostrando algo: que todo hombre es una isla. Que uno no necesita padres.
Algunas noches, mientras camina penosamente por Main Road con su impermeable, sus pantalones cortos y sus sandalias, el pelo aplastado por la lluvia y deslumbrado por los faros de los coches que pasan, es consciente de lo extraño que debe parecer su aspecto. No excéntrico (tener un aspecto excéntrico resulta de alguna forma distinguido), simplemente extraño. El disgusto le hace rechinar los dientes y acelera el paso.

(…) ¿Cuánto tiempo va a tardar en dejar de ser un niño? ¿Qué le va a curar de la niñez y lo va a convertir en hombre?

Lo que le curaría, si llegara, sería el amor. Puede que no crea en Dios, pero sí cree en el amor y en los poderes del amor. La amada, la señalada por el destino, será capaz de ver de inmediato más allá de su exterior extraño e incluso insulso y percibir el fuego que arde en su interior. Mientras tanto, tener un aspecto insulso o extraño es parte de un purgatorio que tiene que pasar a fin de salir algún día a la luz: la luz del amor y la luz del arte. Porque será artista, eso ya hace tiempo que está decidido. Si de momento tiene que ser desconocido y ridículo, se debe a que el destino del artista es sufrir el anonimato y el ridículo hasta el día en que se revelen sus verdaderos poderes y quienes se burlan y se mofan de él tengan que callarse” .


Juventud
J.M. Coetzee.
Debolsillo, Buenos Aires 2010.
Pág. 11-12

Saturday, January 15, 2011

Mundo

Salir y ver el mundo.

Supongo que da miedo.