Wednesday, January 30, 2008

Cosas que sólo pasan en verano


El verano pasado sucedió algo trascendental en nuestras vidas: conocimos el vino barato. Arriesgamos nuestro capital para conocer la bebida de los panchas. Pero, y teniendo en cuenta que tenemos una reputación intachable de estudiantes responsables y obedientes, no podíamos ir al náutico, al pleno centro de reunión nocturna de la ciudad con vino berreta. Entonces yo (sí, no pudo haber sido otra) salí con la idea de la playa. La bajada de mi casa (que poca inteligencia). Teníamos hasta baño: del tercer arbusto para adentro; pero al dueño del lugar se le dio por ser prolijo y nos dejó sin lugar íntimo.

Para festejar que la primera de la barra empezaba con los exámenes del verano le tomé prestado un tabaco a mi padre y les hice creer a mis amigas que era de chocolate. Se dieron cuenta de mi mentirita blanca cuando Io se puso verde. También, la playa fue nuestra aliada.

Salíamos todas las noches como si fuera viernes, hasta que decidimos romper nuestros principios e ir al baile. Ita iba con la tía de una amiga que tiene un reparto de semillas en un camión amarillo. Nos aseguraron que el transporte (el camión amarillo) iba a estar limpio para la noche. Lo que no preguntamos fue dónde nos íbamos a sentar: en sillas de playa. Sin sostén y con un montón de pozos. Llegamos allá, nos aburrimos (no sé qué tenemos contra la multitud), vi a ese señor y volvimos en el camión amarillo de semillas. Dos días después y seguía sacando tierra de mis narinas.

La razón por la que Pata camina: llevé a Pata en su moto (ex ciau) a la bajada en la playa (que para ese momento ya era un santuario), esquivando pozos y riéndome de ella que iba con la cola en la parrilla y las piernas en el aire, haciendo equilibrio. A la vuelta Tefa manejaba la ex ciau de Pata y yo iba haciendo equilibrio con la cola hecha pedazos por la parrilla (y el exceso de pozos que nos comimos). Antes de llegar al destino (la rambla) nos pasaron un dato: pinchamos la rueda de atrás (por esa razón nos salía perfecta la imitación de la oveja).

Tefa cumple en febrero. La mamá le hizo un montón de comida que ella guardó aplastada en una bolsa y se la llevó al náutico. Alfajores de maicena con cerveza. El martini con pomelo (caliente), el hielo que se derritió y le mojó el pantalón a Pata. Y también fuimos a la fiesta anual donde me enteré que debo de ser la única persona que vive en una ciudad chica y no conoce a los vecinos.

“¿Por qué sacas tantas fotos?”, me preguntó Tefa mientras posaba.
“Porque en invierno las miro y me recuerdo que tengo vida”, le respondí.
Este año la que lleva la cámara es ella.


Estudiantes universitarias viviendo el verano, porque cuando empiezan las clases se acaba la vida.

Campamento 2007.

Thursday, January 17, 2008

El arte del engaño


Margaretha Gertruida Zelle. Cortesana y bailarina holandesa, ejecutada por espionaje durante la Primer Guerra Mundial. Es conocida como Mata Hari. Fue una mujer que se supo crear a sí misma. Vivió en una mentira que todo el mundo creyó y la llevó a la muerte.

Tuvo un matrimonio impulsivo con un hombre mayor, militar de temperamento fuerte que la llevó a las Indias Orientales y le contagió la sífilis. Cuando se divorció una larga lista de amantes había dejado rastros en su forma de actuar.

Volvió a Europa vacía, sin trabajo, sin contactos ni experiencias laborales. Lo único que tenía era conocimiento sobre la cultura de las Indias, buen ritmo y capacidad de engañar. Supo sacarle provecho a sus virtudes y se inventó a si misma: Mata Hari, una princesa de las indias. Bailaba para ganarse la vida. El nombre significa “ojo del amanecer”.

Bailaba de una forma que incluso hoy sería juzgada como adudaz. Lentamente se quitaba la ropa hasta quedar casi desnuda. De a poco su carrera fue aumentando, sus espectáculos siempre se llenaban; era una figura pública. Tuvo gran fama como cortesana, donde llegó a cobrar el equivalente a 600 euros hoy. Sus amantes, militares, de todos los rangos y precios.
a
Francia estaba pasando por un mal momento en la guerra. Necesitaba una excusa para que el apoyo de la población no se debilitara. Gracias a su adicción por los uniformes es que Francia encontró excusas para acusarla de ser la espía H-21. Es recordada por la historia como una espía, cuando en realidad era tan discreta como James Bond, pero en la vida real. Según las pruebas que la llevaron a la muerte, era una ramera –cara– que conquistaba a los militares para pasarle información a los alemanes.

Con 41 años, enferma de sífilis, con más fama y glamour del que había soñado, fue condenada a muerte. Y ni siquiera minutos antes de perder la vida dejó su estilo provocador de mujer fatal: no permitió que le vendaran los ojos y cuando escuchó la orden de disparar, tiró un beso a los doce soldados que iban a matarla. Sólo cuatro balas la alcanzaron.
a
Emma.





Fuentes: páginas web
Elpais.es
Publispain.com
Edmundo.es
mujeresriot.webcindario.com/

Tuesday, January 15, 2008

La casa en la playa


Toda las navidades de mi infancia las pasé en la casa de la playa de mis abuelos. Con una amiga a media vuelta y la plaza de deportes cruzando la calle. Mi tía jugaba al tenis y yo pateaba la pelota con mi hermano. El verano era el único momento del año que podía estar con mi primo. Él era peleador, malcriado y me pegaba. Pero, le tenía miedo al pasto (era de Montevideo), no había forma de que Bruno pisara el pasto cuando estaba descalzo. Entonces, cuando me corría para pegarme, yo ya sabía dónde meterme: al lado del enanito de jardín.

Mi tía Brenda (en realidad es amiga de mi mamá) vive a dos cuadras de la playa. Las olas eran bastante agitadas y como nos faltaba acción (nunca éramos menos de nueve menores) íbamos al arroyo lleno de cangrejos. Jugábamos carreras de espalda o probábamos a ver quien podía estar más tiempo nadando perrito. Si bien pisabas el fondo del arroyo, miles de cangrejos te llenaban el pie. Al principio hacían cosquillas, después la sensación era de pura desesperación.

Mis tíos abuelos postizos (ya he dicho que tengo más familia sin relación sanguínea que con relación) tienen una casa frente a la playa en un balneario tranquilo. Desde que tengo memoria vamos para allá a pasar el día, a cenar y a etc. La casa es grande y gente es algo que nunca falta. Están los dueños, los hijos, los nietos, sobrinos, amigos de estos o aquellos, nosotros, amigos nuestros. Problemas sociales no hay en la familia. Así se armaban grupos para jugar a la Conga con las cartas, el poli-ladron era más entretenido y los juegos de mesa dejaban de ser enemigos de días de lluvia.

Me crié escuchando los cuentos de mi madre y mis tías de cuando ellas eran jóvenes pasaban los veranos allí.

Bajábamos a la playa y la cantidad de niños siempre triplicaba a la de adultos. Un par de sombrillas, unas cuantas pelotas, baldes y palitas para los más chicos y a veces la soga para marcar hasta dónde nos podíamos bañar. Bajábamos llenos de tappers con el almuerzo, la comida para después del almuerzo, otro poco más para el gordito que siempre le daba hambre. Y en la conservadora, además de mucha agua, la leche con chocolate que íbamos a tomar en la tarde. La casa quedaba cruzando la calle, pero supongo que era una cuestión de comodidad.

Hoy volví a ir a la casa en la playa de mis tíos abuelos postizos. Como no podía ser de otra forma, los que marcábamos presencia en la playa éramos nosotros. Nunca somos menos de diez. Pero ya estamos todos grandes, adultos. Se acabaron los niños, los tapper y la leche chocolatada. No hay más castillos de arena ni se pierde el rastrillo. Todos comemos bizcochos, tomamos mate y hablamos de seguro social.
a
Todos menos Emilio, que con su añito y medio respeta las líneas en la arena que hace su padre, que tiene la salida de baño con autitos. Jugaba en la arena, con Flor tirándole la pelota y Guille cebándonos mate y pensé: “la siguiente generación”.
a
Emma.

Saturday, January 12, 2008

Partidas


Aeropuerto de Carrasco. La zona de las lágrimas.
Emma.

Saturday, January 05, 2008

Amores de barra

“Calculando no acercarme demasiado
planeando la manera de manejar tus manos”
Amores de barra, Ella baila sola.


Él la había acompañado a casa. Era amigo de sus amigos, simpático y se había ofrecido a acompañarla. Caminaron las doce cuadras conversando sobre temas sin importancia, se despidieron, ella entró a su casa y se acostó.

“¡Sos un asco!” la saludó uno de sus amigos al otro día.

¿Qué tienen ciertos hombres tan estúpidos que no pueden dejar de mentir sobre cosas que nunca pasaron?

Así que él le había dicho a todo el mundo que ella era fácil, así que había contado, con lujo de detalles, cosas que nunca habían pasado ni iban a pasar sobre ciertos miembros que nunca se tocaron. Así que ella tenía que hacer algo.

Viernes de noche, se volvieron a encontrar en el bar. Ella lo vio entrar y sin piedad lo fue a saludar mientras se bajaba el escote. Miradas seductoras, gestos lascivos con la boca y movimientos sugerentes con las caderas. Sus amigos hacían fuerza para no reírse. Ella estaba concentrada en lo que tenía que hacer. Y él (pobre) incómodo, con la ropa interior apretada y los ojos llorosos.

Wednesday, January 02, 2008

Patrimonio Nacional


En momentos de crisis cada persona se aferra al retazo de su personalidad más atractivo. Para algunos es carisma, otros son más inteligentes. Teresa de Cabarrus sobrevivió a la Revolución Francesa porque era una mujer hermosa, atrevida y sin reparos. Su mejor atractivo era su físico y lo utilizó para conservar la vida. Hija de un Conde, divorciada de un Marqués. Cuando el Terror llegó Teresa se encontró en un problema: era parte de la nobleza. La solución la mostró el espejo. Tenía la piel blanca, el cabello negro y cada parte de su cuerpo colocada perfectamente en su lugar. Todo en ella era lujo, calma y voluptuosidad. .
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Jean Tallien tenía un puesto de alto rango durante la Revolución fue enviado a Burdeos, dónde no tardó en encontrar compañía femenina: Teresa. Ambos se hicieron un favor, ella era hermosa y rica, él tenía poder y la protegía.

Pero el paraíso no duró para siempre, cuando la cabeza de Tallien comenzó a balancearse sobre su cuello Teresa fue encarcelada. Robespierre tenía a toda Francia bajo el poder de la guillotina, la única forma de que ambos se salvaran era con la caída de él.

En prisión, la suit de Teresa tenía un jergón lleno de pulgas, piojos y garrapatas, unas cuantas ratas que le hacían compañía y le roían los pies. Y su alimentación, balanceada, era de pan rancio y agua sucia.

Tallien planeaba la caída del tirano, pero parecía que el momento indicado no llegaba jamás. Hasta que Teresa le mandó una carta informándole que al otro día caminaría al cadalso. No olvidó detallar lo cobarde que era él al no hacer nada por derribar a quien mandaba terminar con su vida. Según la leyenda también mandó una daga con la carta.

Robespierre fue hundido en sesión y al otro día caminó a perder su cabeza. Tres días después salía Teresa de prisión, como una reina sin corona. Su amante la esperaba frente a todo el pueblo. A ojos del mundo, el amante que no podía soportar la imagen de su mujer caminando a perder la cabeza fue lo que sacó al Terror de la Revolución. El amor salvó a Francia.

Cuando la Revolución terminó Teresa era una de las mujeres más populares de Francia. Junto con Josefina (la futura Emperatriz) impusieron una moda que incluso hoy resulta atrevida, con escotes demasiado pronunciados y transparencias que dejaban nada a la imaginación. Teresa solía usar muchos accesorios en los pies también, para ocultar las cicatrices de las ratas mientras estuvo presa.
Pero su casamiento era una farsa. Cosechó docenas de amantes en todos lados, y sembró su apodo de Patrimonio Nacional.

Emma.